domingo, 29 de diciembre de 2013

Las mujeres en este año...

Este será un año marcado de retrocesos importantes en el plano de los derechos civiles y políticos que poseemos las mujeres. Los movimientos anti abolicionistas sobre el tema de la prostitución, han creado una polémica que lleva cola porque ha dejado al descubierto que las mujeres son el sector más vulnerable frente a esta "gran crisis" de etiqueta neoliberal. Pero también está la nueva ley del aborto en España, que lo  suprime como derecho restringiendo el aborto legal a casos de "violación de la mujer y gran riesgo de salud "física o psíquica", lo que significa un retroceso radical para las mujeres en Europa, y en el mundo, porque, aquí, en Venezuela, en España o en Ecuador (ver post Ecuador en la mira), este es un acto simbólico, es una forma de amedrentar y hacernos invisibles como seres civiles. ¿Que otra cosa significa este gesto? Que la Iglesia Católica ha recuperado el poder político que había perdido en los últimos años, o en todo caso el prestigio, la posibilidad de pasar como consejera y de servir de patrón moral. El papa Francisco muy al estilo "súper star" es el "baño de seda" que se ha hecho la Iglesia para volver a intervenir en la política mundial, sobre todo en los países donde ha ejercido más poder. No por nada en los países protestantes las mujeres son más libres, y no es gratuito que sea en los países en los cuales la religión católica domina, donde los retrocesos y la parálisis social de la mujer es más notable: Francia ("la hija mayor de la Iglesia"), España, Ecuador, Perú, México, Colombia, veremos que pasa con Venezuela donde no se habla del tema del aborto. ¿Serán los revolucionarios capaces de darle la espalda a esta iglesia machista? Gran pregunta.

Este también ha sido el año de muchas publicaciones por parte de las mujeres, novelistas, premios nobeles, Alice Munro quien fue descrita como "la Chéjov canadiense", comparación ingrata porque evidencia que seguimos en un mundo donde la dominación masculina es más importante que nunca, y lo es porque las leyes del mercado solo consolidan los poderes de los fuertes, no los de las más débiles, que están siendo culpabilizadas (el aborto la punta de la espada), enajenadas por la escatología religiosa, que si bien en países de mayoría laica como Francia, había dejado de parecer una fuerza evidente, permanece en la memoria colectiva como estructura, como referencia, de ahí que se despierte con nuevos bríos.
En el plano cultural muchas mujeres, y poca visibilidad. En las listas de fin de año aparecen algunas, pero no en paridad, son una por diez hombres. No sorprende, pero más que eso, creo que si comprendemos qué sucede, podemos sentir menos frustración, crear nuevos espacios donde la palabra sea oída,  tenga sentido y se legitime. Una de las formas más sencillas de neutralizar un discurso crítico es no prestarle atención, hacer como si no existiera. En el mundo cultural (iba a decir vegetal y animal!) sobreviven  lo.as que manejan mejor un cierto criterio de imagen, la alimentan, la hacen visible y se doblegan con docilidad a las exigencias del mercado. Detrás de eso, hay toda una producción, una maquinaria que envía los productos con los mismos criterios que la economía de mercado. En realidad, la literatura, el cine, las artes plásticas, son un mercado y la economía neoliberal y sus gladiadores quieren echarle mano. Es además, una economía en crecimiento porque hay más posibilidades de crear consumidores. Últimamente algunas editoriales españolas hacen lanzamientos primero en los países de origen de los autores, esto porque saben que hay un mercado en ciernes y que el suyo está en crisis. España tiene por otro lado, con crisis y todo, una política cultural. Tienen el Instituto de cooperación que financia un número importante de proyectos culturales, pero también una industria editorial fuerte que se consolidó los años de la llamada  "primavera española",. Y sobre, todo tienen un mercado en América Latina. Nosotros, con un crecimiento de 6- 8 por ciento anual, no tenemos política cultural, porque, ¿qué ha hecho el Ministerio de cultura hasta ahora, qué? La cultura está en manos de la iniciativa privada que tiene una visión folclórica, coloreada de su propio país. De ahí salen algunos productos más o menos eficaces.


Lecturas y hallazgos

La reelectura del Segundo sexo, de Simone de Beauvoir me ha hecho comprender mejor ciertas  cosas. Ya lo había leído, pero no con la misma avidez que hoy en día, ni con tanta información. Comprendo muchas cosas que antes me parecían un poco abstractas, como bajo un velo, síntomas,   de exclusión, de desarraigo, que ya había intuido en otros textos sobre psicoanálisis,  pero nunca antes se me ha hecho más evidente esta frase de que "no somos mujeres si no que nos convertimos en mujeres", es decir, en excluidas, en prótesis, en silencios, en neurosis. Es importante entenderlo para atreverse a decir cosas, actuar, no dejar que te coloquen en el lugar de la víctima. No. Hay que afinar las intuiciones, darles forma. Todo lo dicho, me lleva a comprender que la ferocidad de los tiempos se traduce en una guerra entre géneros y no géneros, que todo el mundo quiere existir, pero nadie deja existir. Es el laberinto del Facebook, del Twitter, de los "selfies", el gesto de tomarse la foto uno.a mismo.a, inmortalizado por Obama en el homenaje a Mandela. Sin embargo, ha sido el año en el que discursos de viejos sabios como el Presidente de Uruguay, Pepe Mujica ha tenido eco, Venezuela mirada con menos escepticismo y sin  la imagen maniquea empeñados en deformarla sin darles el derecho a la palabra. Después de haber estado en Venezuela, también yo he cambiado de manera de pensar, he relativizado muchas cosas, la obsesión de la imagen, la vergüenza de género, la vergüenza de la historia (tan ligada a la historia de mi Perú), de origen, de piel, etc… Me he mirado de otra manera, y he terminado por convencerme que los avances son sobre todo para nosotras mismas, que los conceptos de" fama y de éxito social", son parte de la lógica de adaptación y de abdicación personales. Nunca antes el mundo ha sido más pequeño y más fácil de contemplar, con sus pequeñeces, con sus lados heroicos.Solo podemos hacernos cargo de nosotras y actuar para que las las mujeres que nos siguen sean más libres, menos prisioneras de su destino. Escribir, gozar con ese gesto que puede llegar a ser realmente libre en el instante en que se revela como absoluto, completo.

La libertad es también la armonía entre el pensamiento y la acción, es cuando podemos actuar libremente, en función de un pensamiento libre, que nos sentimos más libres. No es idea mía, es idea de Simone Weil, suscribo.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Por una educación democrática

           
No es que el reciente informe de Pisa, que coloca al Perú en el último lugar de comprensión de lectura, matemática y ciencia, sea infalible, ningún informe lo es, pero no es necesario que exista ese informe para saber que la desigualdad en la educación de nuestro país es cada vez más concreta y más arbitraria. Lo importante es que esta noticia nos invite a una reflexión de largo alcance, no tan solo a una enmienda, a un cuestionamiento de todo el aparato educativo. A estas alturas, tal vez se imponga una voluntad política de cambio. Se acaba de reemplazar la ANR  (Asociación nacional de rectores) por la SUNEU (Superintendencia nacional de educación univeristaria), que está conformada por autoridades académicas y representantes del sector empresarial, se adivina que para "encaminar" sutilmente a los estudiantes hacia las carreras "más rentables". ¿Y qué tiene que ver el Estado en todo esto? Hay muchas razones para exigir que un gobierno garantice una educación gratuita y de calidad, que la economía no someta al conjunto de la sociedad a las reglas depredadoras de la especulación y la ganancia, que las instituciones mantengan un diálogo con las necesidades de la mayoría. Hay demasiadas razones para que un país, con el la importancia histórica que posee el Perú, pueda exigir que su gobierno asuma un rol activo en la recuperación de la calidad de la enseñanza y convoque a un debate nacional sobre nuevos valores educativos. Se puede, y se debe reivindicar, el derecho de todo ciudadano y ciudadana a una educación gratuita y de calidad. Es terrible seguir aceptando pasivamente que los jóvenes de nuestro país sigan siendo la víctimas de la ambición desmedida de la economía liberal dominante, que la educación sea un negocio y no un pacto social con la población, que sea otra forma más de la reproducción de las desigualdades enquistadas en la estructura social, resultado de la creencia de que existe "una selección natural": aquel o aquella que es más audaz, y más inteligente para adaptarse a las reglas de la oferta y la demanda, tendrá más posibilidades de salir adelante. Sabemos, si observamos a nuestro país dentro de una comunidad de países , que se trata de una especie de propaganda engañosa que convierte a la educación en otro producto más del mercado. Solo sirve para mantaner expectactivas que luego serán insatisfechas aumentando el número de generaciones desorientadas destinadas a la exclusión y a la precariedad. El colegio, la universidad, no pueden seguir reproduciendo una "sociedad de excluidos", existe la obligación moral de hacer de la educación una herramienta de emancipación y no de dominación, crear ciudadanía y no seres pasivos en función de ambiciones empresariales  a las que  se entrega sin remordimiento el futuro de nuestra población más joven.
La meritocracia no debería ser la regla entre los jóvenes (en una sociedad de desiguales es la discriminación asegurada),  estimula la competencia y  alimenta la desigualdad a costa de aquellos y aquellas que provienen de sectores más marginados, con familias desarticuladas, fruto de la violencia de la economía neo-liberal.  Por otra parte, el problema de la lectura es un problema grave al significar que si no leemos, no podemos comprender en mundo en el cual vivimos. No solo se trata de promover una educación más diversa, que comparta valores comunes de igualdad entre semejantes, sino una educación que recupere también el valor de nuestras culturas ancestrales, una sabiduría que está en capacidad de alimentar la noción de civilización, que no es otra cosa que la vida compartida entre todos y todas en igualdad plena y no figurada ni simbólica. Tenemos y podemos salir de ese mito de que la ganancia genera equilibrio social, moral, bienestar. En el mundo entero la crisis es de valores y paradigmas de lo que significa "civilización", y por eso, las instituciones no pueden fijarse en el tiempo, están obligadas a seguir los cambios de su época. En ese sentido la educación en nuestro país es una reproducción de estado de cosas actual, de sus crueles divisiones sociales, de sus exclusiones y olvidos históricos. Se están formando castas con un criterio que no es humano, sino más próximo del reino animal: el más fuerte se impone.
Para una reforma profunda es necesario, además de valorar nuestra propia historia, tal vez escribirla de "otra manera", encontrar ángulos menos estereotipados que los de la "Marca Perú" que impone la lógica del consumo. Una vez que el objeto es la caricatura de sí mismo, pierde sentido y valor humano (se hace abstracto), se le desecha. Es la realidad folklórica animada por una mirada que viene de fuera no del interior, viene del mercado, del "cómo nos ven", y no "cómo nos vemos". Si la educación no transforma es porque no cree en la igualdad de sus ciudadanos y mantiene vivos los mitos de las diferencias esenciales por tipo de piel, origen y género. Se puede empezar por una democratización verdadera, por cambiar nuestros métodos para interpretar nuestra historia y nuestras fuentes. Ir al centro de las cosas.  Para una democratización de la enseñanza podemos aplicar el principio de igualdad, que debería estar garantizado con el libre acceso a la enseñanza, pero "libre" significa que la mejor educación sea gratuita y no pagada. Es necesario emtonces que nuestras instituciones y nuestro gobierno estén dispuestos a ser mediadores,  facilitadores de esta transformación urgente. La economía no puede ni debe seguir dominando a nuestra sociedad, ella no puede gobernar ante nuestra impasibilidad, que baja los brazos ante la amenaza de que, si se reclama igualdad surge "la horrible amenaza comunista", que si levantas la voz, es un atentado a la democracia y a la libre empresa (sic).  Una de las armas más eficaces para combatir la desigualdad es la educación, lo sabemos todos, y todas, y por eso es la preocupación menor en los sectores denominados como emergentes; la economía el primero de todos.
La educación que tenemos sigue pensándose como un privilegio (una ascensión social en lugar de una inclusión) no como un derecho. Hace tiempo que esto pudo llevarnos a una verdadera revolución de ideas sobre su significado, a no repetir los mismos clichés, a atrevernos a pensar y confiar en que la educación es un arma de independencia  y no de alienación. Las instituciones educativas  son también el lugar donde el conocimiento es interpretado bajo los valores del mercado, como arma de poder y no de libre acceso al conocimiento y las ideas, es otra forma de sometimiento y de humillación, el que sabe más sobre el que sabe (supuestamente) menos. Los profesores y profesoras son infantilizados, se les trata como "incapaces" y se les somete al escarnio y a la verguenza pública con métodos de evaluación que no son dignos de una democracia. No hay ciudadanos ni ciudadanas porque la educación no forma personas, salvo individuos que se inscriben únicamente en la colectividad de las redes sociales y la de los dispositivos electrónicos, computadoras, Ipods, etc... Y todos los signos de distinción y privilegio que la universidad reproduce al no considerarse ella misma como un servicio a la comunidad sino como una renta, un alquiler de saberes  a un precio muy alto. Si es que ignoramos una noción  básica de igualdad y de respeto por el ciudadano o ciudadana que vive en el lugar más apartado de nuestro país, por su cultura, por su idioma, no podemos seguir considerándonos un país, reunidos en un proyecto común, con pactos claros, si no una especie de feria donde todo se seguirá vendiendo al mejor postor, incluyendo el futuro de las nuevas generaciones. De hecho, todos y todas estamos en capacidad de pensar esta situación y movilizarnos desde la casa, desde nuestro trabajo, a través de cada persona que nos escucha, para hacer oír esta petición de la urgencia de un debate nacional sobre nuestra educación. Es un derecho fundamental.



viernes, 13 de diciembre de 2013

sobre Hannah Arendt


Escribí este texto después de varias relecturas de Hannah Arendt, las ideas son bastante justas, no siempre muy claras, pero prefiero que sea así. Poco a poco iré afinando una nueva visión de lo que aportó al pensamiento intelectual contemporáneo. Me interesa sobre todo su manera de comprender el pensar, que es comprender, y su relación con el idioma...

Dos nuevas publicaciones sobre Hannah Arendt cuando se cumplen 30 años de su muerte.



Después de su muerte, hace 30 años, no se ha cesado de hablar de la obra y la vida de Hannah Arendt. De su obra como filósofa, porque planteó el problema político como el centro de la reflexión sobre la libertad individual, y de su vida, por su conocida relación con el filósofo alemán Martín Heidegger. La libertad según Hannah Arendt tiene que ver con el construir juntos, con el comienzo de una historia colectiva en la cual cada individuo tiene un rol activo: el quién de la historia, decía ella. Un problema que se planteaba desde el principio de su reflexión, ha sido el de aceptar la pluralidad y poder suscribir pactos y compromisos universales. Su análisis va desde la época clásica, la idea de ciudadano en la Polis griega, la noción cristiana de libre arbitrio, hasta la más moderna, pasando por el marxismo y la crítica que Arendt termina haciendo al concept de Estado-nación. Ahora más que nunca en una severa crisis, a raíz del proyecto europeo que no termina de consolidarse. La unión europea en plena crisis. Queoda idea de soberanía termina anulando al individuo, es una idea de Arentd.
Para comprender un poco más la dimensión filosófica de su trabajo se han publicado dos textos importantes en Francia. El primero, es una especie de diario intelectual, una suerte de archivo portátil que la acompañó entre 1950 y 1973 (Journal de pensée, vol 1 y 2, Seuil, 2005) y el segundo, una biografía de la periodista Laura Adler (Dans les pas de Hannah Arendt, Gallimard 2005), que nos retrata la vida de autora desde una visión personalizada. Su infancia en la ciudad de Hanovre, su encuentro con Heidegger en la ciudad de Friburgo y la relación que surgió, el matrimonio con Heinrich Blucher, sus exilios en Francia y los Estados Unidos, sin dejar de lado los movimientos que se dieron en su pensamiento. El diario intelectual ayuda más que nada a comprender cómo se va gestando su trabajo filosófico, las dudas y las contradicciones. Arendt tomaba notas en griego, hebreo, latín o inglés en bruto, o consignaba comentarios al margen. Por ejemplo, cuando subraya que las leyes no deben protegernos de nosotros mismos: "Toda irrupción del razonamiento moralizador que trasciende el concepto de injusticia perpetrado contra un otro, constituye siempre una agresión contra la libertad". Por supuesto, no se puede esperar más que una caja de herramientas del laboratorio que era el pensamiento de Arendt, ninguna anécdota personal se inscribe en este texto, ninguna confesión. La lealtad de Arendt hacia Heidegger siempre ha permanecido en el secreto y ha sido una de las razones por las cuales su obra ha estado por mucho tiempo en el silencio, sobre todo en Francia, país en el cual vivió y donde desató el escándalo a raíz de la publicación de su libro sobre el Holocausto, Eischamann en Jerusalen. En este libro trató de comprender qué pudo haber sucedido para que algo tan espantoso como el Holocausto sucediese. Hay una frase de Arendt clave en este aspecto, aquélla que dice: El idioma no puede haberse vuelto loco. Para la filósofa que era, para poder seguir pensando, era imprescindible llegar a comprender. Una de los análisis de Arendt consiste en demostrar hasta qué punto la alienación y la estupidez que se desprende, pueden llegar a causar tanto daño. En Francia se consideró que la idea que ella desarrollaba en este libro era una banalización del mal y una de las revistas más importantes, Le nouvel Observateur, tituló en el momento de su aparición: ¿Hannah Arendt, es antisemita? El malentendido se ha disipado a raíz de la reedición de sus obras, La condición del hombre moderno, publicada por primera vez en Francia en 1958 y Los orígenes del totalitarismo, reeditada en una versión mucho más completa por la editorial Gallimard (coll. Quarto, 2004).

La vida de Hannah Arendt sin embargo sigue ligada a Heidegger, como discípula, pero también como compañera. Nunca dejaron de verse, o escribirse y lo más impresionante es que Heidegger muere poco tiempo de la desaparición de Hannah en diciembre de 1975. Por supuesto, la relación aparentemente nunca fue de igual a igual, pese a que Arendt también tuvo una amistad intelectual muy próxima con dos filósofos muy importantes, Karl Jaspers, quien dirigió su tesis sobre la noción de amor en San Agustín, y con Walter Benjamin, quien se suicidó en Portbou (España), poco antes de pasar la frontera para huir del nazismo. Arendt se refugió en los Estados Unidos en 1941 y desde ahí ejerció todo su poder para difundir y sacar de la sombra a la obra de Heidegger, sólo después ella empezará a tener una importancia real en el mundo intelectual. Los orígenes del totalitarismo, empezará a marcar su ascenso en el panorama internacional. Su obra cobra mayor vigencia cuando lo político ha recuperado su valor en la opinión, la doxa  busca un apoyo sólido para la reflexión de Arendt. Sus ideas no han envejecido, al contrario, están más vigentes que nunca porque está en manos de los hombres y las mujeres la posibilidad del hacer y construir para poder comenzar de nuevo. Como lo escribía ella en su texto ¿Qué es la libertad? "Es porque el hombre es un comienzo que puede comenzar; ser un hombre y ser libre son una sola y misma cosa. Dios ha creado al hombre con la finalidad de comenzar: la libertad".

lunes, 9 de diciembre de 2013

las palabras no son inocentes

Hablábamos la otra noche durante una comida con una amiga sobre le uso de ciertas palabras y cómo estas parecen naturales, espontáneas. Por dar un ejemplo, los insultos banales que se oyen por la calle, en general,  denigraciones del cuerpo femenino, de la forma cómo la considera la sociedad, más cerca de un objeto que de un sujeto. En cada insulto el uso común de una palabra, de una frase, se convierte en una verdad objetiva, que las mujeres son histéricas, que son coquetas, desleales, o poco inteligentes (los comentarios sobre Eliane Karp, ex primera dama, durante su intervención en el congreso, son una muestra)… Sin embargo, ese lenguaje común nos estructura y hace que nos hagamos una idea de lo que significa una mujer, pero también un hombre (aunque ese tema no es el centro de este post). Cada persona es de alguna forma el resultado de ese proceso naturalizado.. En el caso de las mujeres, siempre representamos lo "otro", pero lo otro, como decía Simone de Beauvoir, casi infinito, negativo, abismal, lo otro como peligro. No representamos una entidad íntegra sino fragmentada. Estamos atravesadas por palabras, uso de frases que han marcado nuestra historia como mujeres, como personas. Recuerdo que muchas veces, cuando me atrevía a ponerme algún vestido atrevido, que mostrase demasiado las piernas o los senos, se encendía en mi interior un foco rojo que me indicaba peligro. Me aterraba que me insultasen en la calle y creo que uno de los traumas más comunes de mi infancia, y mis adolescencia, han sido esas palabras acompañadas de gestos de  manos indicando la talla de un pene, o darme de golpe con un muro donde se había dibujado la imagen gigante del sexo masculino. Toda esa atmósfera que me rodeaba era tan violenta que podría haber sido fascista en su modo de imponer una dominación. Y una amenaza de violación. Esas palabras "Puta, Pacharaca", etc, eran siempre la amenaza de una violación, de un saber que si no eras dócil  a las reglas sociales del patriarcado, estabas expuesta a que te violenten, incluso sometida, es la amenaza latente que toda mujer debe asumir hasta cierta edad. Todas esas palabras, mujer pública, zorra, pacharaca, son palabras que tienen un uso que se nutre del poder de denigración (y alienación) que tienen, son un poder político en la ciudad, asustan y modifican la libertad de la cientos de mujeres, son palabras de dominación, como lo es "cholo.a de mierda". A través de ellas una persona se impone y domina a la otra, la desprecia y la animaliza (en el caso de las mujeres reduciéndolas a su cuerpo) y en el caso del insulto racial, imponiendo una supuesta inferioridad biológica.  Son palabras empleadas en su forma política, en la convivencia dentro de la vida pública, en la colectividad, no son de uso privado sino que mantienen un uso social. Por eso me sorprende que se ignore que escribir es una elección de palabras, es esa conciencia  que no se somete a las leyes de la tribu, sino que es un gesto de civilización, de elección del uso de las palabras, del poder darles otro sentido y recuperar su valor humano. Una de las cosas que noto en mi vida en Venezuela es que se han creado lugares donde la palabra tiene un sentido nuevo, es oída y es recogida con atención. Sobre todo hay una mirada que reconoce a quien habla con un infinito respeto, que lo acepta, sobre todo en el caso de las mujeres que han recuperado una visibilidad íntegra y no fragmentada. No son un cuerpo, son personas enteras. Eso me parece fundamental, que en una sociedad se comprenda que esos "usos de la palabras" son el resultado de una historia política, de un proyecto de país que vive aceptando una desigualdad ancestral, moral, que no integra a las mujeres como ciudadanas plenas. Para empeorar las cosas, la realidad económica del "sálvese quien pueda" y de la "mano invisible" que comprende la idea de la economía como la única reguladora de las relaciones sociales, somete todavía más a la mujer, la última rueda del coche en la lógica del capital. Los vínculos sociales están sometidos a la economía de manera violenta, representados por cifras, por objetos, pero no por rostros, de ahí que se nos animalice tanto y no se comprenda que ser ciudadana es gozar de derechos íntegros, en completa igualdad. Los hombres no ven lo que no está dicho, lo que no está inscrito en los códigos sociales del día a día. No es que el Perú tenga como especificidad el machismo, es que no nos hemos ocupado de ese tema. Estar reducidas al estado de parásitos en la sociedad, tiene un costo muy alto, es decir, termina convirtiendo a una población en sonámbula, aterrada con desertarse un día y que encontrarse realmente sola. Esta dimensión política del lenguaje me parece importante. Creo que solo escribiendo tomamos conciencia de ello. Y por eso, la escritura, el no abandonar ese espacio donde pasamos por hacer objetivo lo que tenemos en la cabeza, es importantísimo…

y si las palabras no cambiasen el sentido, y el sentido las palabras...