martes, 19 de mayo de 2015

la sociedad del espectáculo y sus rehenes, las mujeres

he asistido sin querer a una noticia que ha invadido las redes sociales en Lima, tanto como la prensa escrita como de televisión, y que implica a personas, una de las cuales conozco personalmente, Iván Thays. La historia sentimental con Mónica Cabrejos no la conozco, la sé a través de ella y de la carta (me hizo pensar en el comunicado de Francois Hollande para Valérie Trierwieler!) que hizo Iván a los medios. Para quienes no conocen a las personas, él es un escritor conocido, que ha trabajado mucho para instalarse en una plataforma que incluye también España, y ella, es una vedette, que ha publicado varios libros sobre el tema de la mujer en la sociedad peruana, tratado de aprender, como ella lo confiesa, a redactar, a usar el discurso y a tener derecho a la palabra. Sucede que la ruptura ha sido abrupta y dolorosa (pienso que para ambas partes) porque ambos se encuentran expuestos a la mirada exterior que saca a relucir todos los prejuicios culturales y los clichés más mezquinos de la sociedad peruana.  No puedo evitar ver víctimas más que agresores, no puedo evitar sorprenderme de la importancia de la religión en ambos casos y que demuestra que la sociedad peruana está lejos de lograr separar la Iglesia del Estado, a los y las ciudadanas de la religión y los estereotipos y obligaciones que está crea: a la mujer la de ser una mujer madre, sumisa y sacrificada (imposible dudar de este rol) y al hombre en el rol protector como lo dice Iván cuando afirma "que nunca abandonaría a un hijo suyo, que los niños deben crecer bajo protección y en armonía". Nadie duda de que sea un sentimiento auténtico, pero lo que desconcierta es la manera como Mónica, la actriz que deseaba escribir y se había inscrito en un taller de Thays, ha integrado un sentimiento de inferioridad y de incapacidad de llegar a ser una verdadera escritora, la falta de confianza que expresa en sus propias capacidades, la dura constatación que viniendo  de un sector marginal de la sociedad peruana, no podrá aspirar a ser admitida en el Parnaso (sic) de los escritores y escritoras. Esta noticia, ventilada con un infantilismo y una perversidad digna de los medios chatarra que existen en todo el mundo, no deja analizar lo más importante. Por más que sea un hecho privado se ha hecho público hasta exponer las conversaciones que mantuvieron por facebook mostrados en un canal de televisión. Lo que sucede es que una noticia genera lo que Mélanie Klein llamó "Introjección proyectiva" y es que estas personas hacen el rol de catalizadores, de ships que se ponen en función y en el que todo el mundo proyecta su propios mitos, miedos, prejuicios, etc... de ahí que ella haya sido la más maltratada porque la colocan en el rol de la arribista, de la mujer que asciende a través de un mediador, en este caso Iván. Aquí salen todas las costuras de un país que no es un país, que mantiene cicatrices sociales, racistas y sexistas escondidas, y que solo salen a luz cuando rasgamos un poco el envoltorio que lo hace parecer un país democrático y que vive su época. Habría que decir que la regresión para las mujeres en notable en el mundo entero, por eso no sorprende que se la maltrate tratándola de barragana o pataclana arribista (y lasciva, sic). ¿Thays no debería salir a defenderla? Tal vez sí, es duro porque yo conocí bastante bien al joven que escribía y era acompañante de descubrimientos literarios, con los años, ambos hemos asumido rutas muy distintas, por eso, solo trato de comprender qué refleja esto del país al cual pertenezco.  Lo que más me ofende como mujer es ver a otra mujer maltratada, así exista manipulación de su parte. Ella es la persona más débil, la más frágil porque viene de una clase más baja, porque tiene un tipo más mestizo que el de él, porque son esas geografías humillantes y vetadas a una parte de la población como lo son vivir en san Isidro  (barrio rico) y vivir en San Luis (más popular), que es donde ella vive.  Pero esas divisiones son ridículas, pequeñas, entre Maranga y San Luis, entre San Isidro y Pueblo libre, son divisiones mentales que un capitalismo cruel ha marcado como el mapa de los y las que son ganadores y las o los que son perdedores. Excluidos y excluidas, los y las que tienen derecho a futuro y las y los que no lo tienen. Es la brutalidad también de un sistema de castas que no cambia, aquelloAs que acceden a la educación y las que no, sobre todo las mujeres de sectores vulnerables que muchas veces deben servirse de su belleza para lograr visibilidad y en las cuales no se encarna la imagen triunfadora de una mujer que se pueda respetar: No será jamás la rubia de la Universidad Privada, es así de cruel. Esa división inhumana: aquellas mujeres con las que los hombres tienen hijos, y aquellas a las que les está vetado. Ellas son las parias de la sociedad y deben unirse con otro paria, esa es la regla de la casta, si se atreve a modificarla paga el precio.

La educación también es un tema delicado, abandonado a la lógica del capital y la inversión, está reservada a quienes pueden pagársela, crea cuotas ínfimas en la sociedad, no garantiza  una vida digna sino llena de renuncias, vejaciones, concesiones. En eso, pienso cómo subsisten quienes escriben en mi país, cuántas culebras hay que tragarse. En esa lógica de choc económico constante, nadie puede alzar la voz, buscar otro camino que sea más arriesgado, todo se neutraliza y, incluso quienes escriben, deben mantener una actitud cautelosa y adulona con ese abominable sistema de castas.

En la sociedad del espectáculo, donde todo es vendible y marquetero (mientras más escándalo generas más recuperas la estima y la capacidad de "venderte") la moral es floja, cínica, incluso el lenguaje de los comentarios, salvo las mujeres, y solo algunas mujeres que han salido a comentar, es innoble, mezquino, insultante. La pregunta es ¿hasta cuándo las mujeres manejaremos esa idea colonizadora del hombre protector, encorbatado,  príncipe azul que se reconoce como "egoísta" porque puede decirlo y no pasa nada... Nada?  Incluso esa necesidad de ella, Mónica, de explicarse es un síntoma de una sociedad donde las mujeres no tienen un lugar y deben hablar y hablar hasta perderse en el lenguaje. Recordemos que en una sociedad donde las mujeres no tienen historia no hay narración, esta no existe porque Ellas no existen. Ella está buscando  hacer un discurso, pero como nadie oye, parece el delirio y se convierte en un recital de sus propios miedos, de sus cadenas y supersticiones de género. En esto la educación juega también el rol de arma de dominio, no es educarse para comprender y dar, es para dominar, exhibir diplomas. Lo más risible es que ninguna persona necesita estudiar para escribir, es simplemente ejercicio, lectura, aventura y los talleres de creación no son más que un ejercicio libre, no académico. Sin embargo los hombrecitos de poder han convencido a muchas personas que la cosa es así y que ellos tienen el don de la palabra y el discurso.

Esperemos que este hecho triste, tan expuesto, pueda hacernos pensar en la situación que viven las mujeres en el Perú, en el tema del aborto, en la prevención, en la caducidad del amor romántico, copiado de las telenovelas. No debería ser el amor (como se conoce desde el romanticismo) un sentimiento que busque la libertad de la otra persona, un sentimiento trascendental, lo contrario del egoísmo¿? Tal vez la frase sobre el "príncipe azul" quería decir: "no creo en el amor romántico". Pero significa también el cinismo de una época en la que todo es capital, y un capital simbólico que, como intercambio, solo lo representa la mujer. Tú tienes ese tipo de mujer, yo tengo esta y valgo tanto, pero no ella como sujeto completo, soberano. Debemos pensar que los más jóvenes manejan otros códigos, pero si extrapolamos este tipo de noticia hasta estigmatizarla, corremos el riesgo de hacerla ver como catalizador, como una lucha de clases que es lo que parece ser, lo peor, y más triste es que no están lejos, ni en su vulnerabilidad frente a un sistema abusivo, ni en su manejo de estereotipos, Mónica lo dijo en su libro, en esta sociedades cristianas conservadoras, las mujeres son putas o santas, no pueden escapar al estigma y la sociedad las persigue. El hombre en estos casos goza de libertades que ella no se puede permitir,  aunque sea llamado a ser el padre malo o bueno, su dignidad no está ligada al género ni al cuerpo. Busquemos que se debata sobre el aborto, sobre la separación de la iglesia y el estado, son cosas que urgen para que no nos veamos atrapadas en las redes perversas de los prejuicios, de los estereotipos y de la confrontación sorda que destruye toda solidaridad y declara la guerra de sexos. Desaparece el vínculo social y la conexión sicológica que debería existir entre personas que han compartido lenguaje, afecto.

Ps: por favor, que dejen de acusar a IT de "traidor a la patria" por haber hablado mal de la comida peruana. La identidad de un país no puede depender del estómago, aunque tenga también un cerebro (sic). Yo sé que un país que viene de lejos y que se ha rendido a los pies del neoliberalismo, cree que este es su mayor fuerte, y no es así. La educación puede crear otros nexos menos terrestres, la cocina peruana es excelente, es variada, es rica y sana a mi modo de ver, pero no podemos perseguir a nadie porque no le guste, no somos una sociedad totalitaria, ¿o sí? Hay temas graves, el de las minas, la depredación de la selva, la contaminación de los ríos, y miles de peruanos que siguen en la peor miseria, sin disfrutar de esa comida marqueteada que ahora es marca del País. Repito, un país no es un producto ni un enlatado, es un conjunto de personas, de vivencias, de rostros, de identidades diversas.

jueves, 7 de mayo de 2015

las mujeres de Chiapas

Estoy en México desde hace varios días, entre los cuales he dado un salto a Chiapas invitada por un grupo de feministas, mujeres, madres, jóvenes mexicanas. Han sido días de una intensidad inusitada, comprendo que en México la tierra, el cielo, las plantas, las aves, son voluptuosas como su gente que se apasiona, se la juega, hasta el final.
Karen, Selene, Valeria... son nombres, pero ahora son rostros que no se me olvidan. Y no se me olvidarán las noches compartidas, las caminatas, las conversaciones. Pese a la violencia que vive México por le narcotráfico hay un movimiento de la sociedad constante, que intenta perforar la capas duras del poder. Lo siento como si fuese mi país, es casi mi país. Hace tiempo que mi geografía interna contiene muchos países.

Y hemos hablado de todo, de la situación de las mujeres, de como empeora debido al capitalismo, de como estamos solas, siempre solas, luchando por ser tratadas con igualdad. Suena a repetición, pero son cientos de vidas la borde del abismo, abortadas. Somos la población pobre, maniatada, silenciada.

ahora que caminaba por una de las calles de Cuernavaca, ayer que miraba el cielo denso de Chiapas desde al avión, evocando cuando estuve sentada en la plaza de Tuxla, la iglesia de San Cristóbal, todo eso me llenaba de una melancolía densa y al mismo tiempo leve, la vida en sus facetas contradictorias, su conmovedora simplicidad. Al final la sofisticación no hace más que distraernos de lo esencial. Es el miedo, y el miedo disfrazado-  Se impone actuar para que la vida sea plena, sin nubes sombrías que nos aparten de la risa y nos dibujen una mueca...

Siento que quiero a mucha gente, que tengo hermanas menores y que quiero acompañarlas...