lunes, 25 de julio de 2016

El momento de reaccionar

Enstamos viviendo un momento global en el que no podemos huir de la reflexión, en el que tenemos que poner en juego (cuestionando muchas veces) el tamiz con el cual hemos analizado nuestra época, nuestro tiempo, nuestra existencia individual. Pese  que estos tiempos nos llevan a pensar de que somos el mundo entero Yo igual al mundo entero, pese a esa atomización, estamos conminadas a reflexionar dentro de una comunidad de creencias, de valores y cultura.

En cada refelexión no se me olvida desde dónde lo hago y cómo me he construido. Es muy delicado todo esto porque mientras más consciente, más responsable de todo lo que digo.

Yo no creo que se dé un desmoronamiento de las creencias religiosas como se dice, yo creo que esa es una mirada desde Europa. Ahora mismo aumentan, sobre todo la versión radical, de varias creencias religiosas. El descalabro de las ideologías, sobre todo la utopía socialista vista bajo el lente cínico de la política realista, hace que los fanatismos surjan como piedras de salvación. Lo que sucede es que el hecho rmístico está teñido del dogma capitalista. Ultracapitalista. No sé, quiénes, salvo excepciones, plantean salir de este gobierno mundial del neoliberalismo como único modelo. Siempre recuerdo que este modelo es patriarcal. Por lo que las guerras, si son por la apropiación de recursos naturales, o geopolíticas, son también una nueva repartición de poderes para preservar una tradición que existe en todas las culturas. El llamado estado islámico pregona un retorno al califato, la disolución absoluta de la mujer como entidad civil, su animalización, mientras que en Occidente estamos luchando contra la violencia patriarcal que cuesta cada vez más muertas, más invisivilidad social, más pobreza. No sé si lo han pensado, pero esta mañana, al ver la cara siempre masculina de los atacantes y responsables de los atentados, al mirar el mapa de la guerra, la mano masculina es la que lleva el mando y dirige esta lógica de la guerra como forma de gobierno. Ojo, no estoy intentando probar un esencialismo masculino, es decir, que sean ellos los malos de la historia. No hay malos ni buenos, según sigo leyendo yo, hay actores sociales, patologías sociales. Una de estas pistas es la desparición de las fronteras entre masculino y femenino, entre roles y entre la distribución de la vida, o de la preservación de la vida. En un mundo solo de mujeres, que se reproduciría a sí mismo, los hombres quedarían fuera y serían condenados a la extinción, en un  mundo solo de hombres, las mujeres serían solo esclavas (me temo que se dibuja un mundo donde solo habrá hombres, no sé por qué, o sí, porque la figura dominate es la suya, sus valores, su arquetipo guerrero y no poruq elas mujeres no seamos combativas, sino porque es una calidad que se asocia ingenuamente con la virilidad). Tampoco estoy hablando contra la comunidad LGBT, sino que tratando de analizar lo que puede estar llevando a una radicalización de ciertas personas con perfiles suceptibles de radicalidad.  Esta época debe producir mucho vértigo a quien no pueda crear sus propias márgenes. Intuyo que hay una necesidad de "revilirizar" una buena parte del planeta, que, como lo analiza Achille Mbembe, este filósofo camerunés en varios de sus libros, la pérdida virirlidad tendría que ver con un debilitamiento de la potencia sexual traducida en poder militar, intelectual, cultural. Las mujeres estamos más concientes de que necesitamos hacer algo para no ser las perdedoras del clásico de la Historia, pero nuestro capital simbólico es pobre, así que tenemos que enriquecerlo. Creo que vamos a ser nosotras quienes tengamos la otra parte del texto que se debe escribir en este momento de nuestra historia como especie, tenemos que estar a la altura, pensar con independencia y no reproducir el esquema de nuestros dominantes, tenemos que desmontar muchos prejuicios, alienaciones, curar vejaciones e intentar apaciguar, empezando por nostras mismas. No sé cómo va suceder esto, pero reaccionar a ciegas no es la salida. Es aumentar imaginación, escenas a esta vida que se empobrece por usas el mismo uniforme: el consumo.

Para salir de la lógica militar es necesario lenguaje y otra cosa que la lucha banal por el poder patriarcal. Esa es una intuición clara. Tenemos que avanzar hacia otras representaciones menos ligadas a nuestra identidad sexual, es por eso que me choca cuando alguien piensa que no se pueda ser feminista siendo heterosexual (como si esa fuese una categoría inamovible) que es como decir que no se puede luchar por la causa indígena o palestina sino eres tú misma indígena o palestina. La subjetividad es una composión lenta, que modelamos de forma imprevisible y nunca fija. Lo digo en alusión a las declaraciones de la escritora Virginie Despentes que de verdad me han obligado a pensar. Tenemos que pensar, sin miedo a perdernos, a cada instante. Es así.
Hay un feminismo blanco, eurocéntrico y neoliberal que reproduce los mismos esquemas del patriarcado y lo imita. El otro día escuchaba en la radio que muchos sectores blancos-homosexuales veían con desdén a aquellos que son considerados como "atrasados, arcaicos, o menos civilizados" por seguir reclamándose heterosexuales (sic), sobre todo si eran de origen árabe. Me quedé perpleja, o sea, existe una militancia gay o trans que se etnitiza, no puede ser. Salir de esa tranpa es amabdonar las categorías sexuadas. Que la gente haga lo que desee con su cuerpo, pero sin olvidar que el problema es político y no solo de género, oprimidos y oprimidas, colonizados y colonizadas. El tema es complejo y exige ser porosa, no impermeable. Lo que sí no acepto es caer tan fácil en otra trampa, que ser homosexual sea considerada como un avance social y que la otra opción sea vista como algo fuera de época. Es otra tiranía de la representación.

Lima

En agosto se hará una marcha en Lima contra la violencia machista, la sociedad reacciona y eso es bueno, pero ¿qué consecuencias, qué cambios reales? Me da miedo que sea como con la "ley pulpín", mucho alboroto, mucha imitación, mucha gente en la calle, mucha publicidad y cero reflexión. Nadie reflexionaba sobre el sistema neoliberal y su poder depredador, sino en términos de poder adquisitivo, Sucede lo mismo en el Brasil o en Venezuela, mucha gente solo mira el evento como un elemento de consumo, como en una carta donde aparece agradable ante sus ojos sin que eso refeleje un avance verdadero a nivel social, a nivel de representación. Se sigue manteniendo el esquema religioso, la misma repartición de roles, las mujeres no son las más valoradas. La religión es una cosa, la espiritualidad otra.

Todas estas son reflexiones que me urgía poner por escrito. Esperando que podamos pensar con serenidad. Siempre es por confianza que derrapamos, porque, escribir, pensar, es por ahora, un valor mayor en la vida común, no vivir robotizada ni alienada.