Virginia Woolf marca todo su libro con la idea de la diferencia; empieza aclarándole a su interlocutor varón que hay una 舠dificultad de comunicación entre nosotros舡 que hace casi imposible responder a su pregunta. Disparar 舑le dice- ha sido un juguete y un deporte de los hombres en la caza y en la guerra, 舠para ustedes, en la lucha, hay cierta gloria, cierta necesidad, cierta satisfacción que nosotras jamás hemos sentido ni gozado; para ustedes la guerra es una profesión; una fuente de realización y diversión; y también es cauce de viriles cualidades sin las cuales los hombres quedarían menoscabados y que nos hace imposible comprender los impulsos que inducen a ir a la guerra舡; 舠舰
Algún escritor dijo una vez que estaba convencido de que las guerras eran necesarias para fortalecer el poder viril de muchos hombres, es su viagra simbólico, ¿puede ser? No creo que las mujeres seamos menos violentas, muchas revoluciones han contado con la participación de mujeres tan crueles como los hombres, pero, en geopolítica, los hombres invierten una energía sorprendente en guerras y en hacerse de discursos que las justifiquen. No ha habido un solo Presidente, norteamericano sobre todo, que condene rotundamente las guerras como método disuasivo, que sea Libia, Ucrania, y ahora el abominable gobierno de Israel. Lo más terrible es que muchas personas vemos en el dolor una forma natural para que la vida se abra paso, de alguna manera lo justificamos en ciertas dosis, en ciertos momentos de la vida, y yo me pregunto si el dolor deliberadamente provocado por personas que ejercen el poder puede ser justificado desde el punto de vista moral. Lo que siento es que asisto a un tiempo en que hay una flacidez moral, una tonta maldad de creer que ese tipo de dolor, que es provocado y no natural, la pérdida de una persona querida, la enfermedad, es justificable. Nos hemos vuelto indiferentes, y la indiferencia mata.
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