después de tantos días de imágenes violentas, de gritos, cacerolas enloquecidas, gente bloqueando calles en zona este y sur-este de la Caracas, siento que estoy completamente dispersa, que las ideas flotan a la deriva buscando un orden. Esta ciudad que está en un valle estrecho que domina el Monte Avila, o el Waraira reparo, que es su nombre original, es encerrada. Para entrar hay que atravesar varios túneles, uno de ellos extenso, de cinco kilómetros, lo que me da la impresión de encierro.
Ayer salimos a pasear por el oeste de la ciudad, donde están los sectores medios y bajos, había niños disfrazados por el carnaval, familias sonrientes, música. Por un instante pensé que todo había recuperado su ritmo normal. Nos habíamos relajado, pero, luego, en una esquina apareció, esa turba estruendosa, que grita la palabra "libertad", que exige que el gobierno de Maduro se vaya, que piden intervención.
La razón se detiene, no se mueve, está petrificada con una imagen instantánea.
Estos grupos de personas que se manifiestan y bloquean calles con barricadas y quemando basura, responsabiliza al gobierno por la alta criminalidad que hay en este país. Y es cierto, los índices son alarmantes, aunque haya descendido en un 37%, por lo que esto no los satisface. Exigen medidas drásticas, policiales, más vigilancia ("Vigilar y castigar), es una sociedad paranoica donde domina la idea de que los sectores pobres (los que andan en moto sobre todo, motorizados, les dicen) son malandros (maleantes) y que toda gente que vive en una barreada, lleva inscrito ese destino en la frente. Nadie puede contra esa ficción instalada. El argumento de que la única forma de terminar con la criminalidad y la delincuencia es logrando una recuperación social, civil (son cientos de pandillas armadas) de esos sectores, no tiene efecto, es la voluntad individual contra la de un gobierno, es un poco el "yo quiero, yo decido" que se reproduce a través de las redes de manera idéntica.
Otra cosa que se reclama es que cese la escasez Los venezolanos han disminuido los índices de pobreza a 23% (la pobreza extrema es alrededor de 3,5%) y comen tres comidas diarias en su mayoría (se entiende que en las clases más desfavorecidas). La escasez es de productos concretos que empieza con el sabotaje de ciertos sectores económicos, según analistas. Yo decía en Palincestos, "hay hábitos de consumo" que no han cambiado, paradigmas de consumo de una sociedad rentista, que funciona a base del ingreso de petróleo y de economía de puerto. No me imagino una revolución en Dubai o en Arabia Saudita. Los venezolano-as que están en las calles están convencidos que son el país más rico del planeta, de todas formas Chávez lo dijo, tienen la reserva más grande del mundo.
Hay una total insensibilidad hacia valores de solidaridad que promueve el "bolivarianismo", hay una sordera, o una analfabetismo afectivo.
Es una línea ciega.
Los estudiantes no piden mejoras en la educación, ni en sus universidades, la perorata es la misma, el gobierno está criminalizado porque no los protege y deja que los asesinen para robarles objetos, teléfonos, autos, etc, en cada esquina, siempre hay un motorizado escondido.
La sicosis es general.
Las mujeres son las que alientan a sus hijos a salir. Me contaba mi fisioterapeuta: te dicen, si haces que salga, serán cincuenta años de libertad. Yo les pregunto, qué libertad, si antes estábamos mucho peor.
Durante los cuarenta años que duró el gobierno de derecha, Venezuela tuvo como ingreso por petróleo el equivalente de veinte planes Marshall, y había 80% de pobreza. Pero hay tábula rasa, nada se ha inscrito.
En otra esquina atravesamos una columna de guardias bolivarianos, pasan y luego descubrimos a dos mujeres que barren tranquilamente una calle, pienso que están limpiando, pero enseguida meten la arena que recuperan dentro de unas bolsas enormes. Llevan la gorra de la oposición. Son mujeres macizas, fuertes, el cuerpo encendido, de naturaleza destruida, me recordó a la mujer que gritaba que "Chávez debería volver porque lo habían elegido", en el reportaje de Oliver Stone, Al sur de la frontera. Los mismos rostros, una vez con el gobierno, ahora completamente en contra, era fácil trasladar a esa mujer al otro lado.
La mayoría quiere que se termine con las prestaciones sociales (más de la mitad del presupuesto nacional) porque alimenta el ocio y a esas "clases no deseables", las de los cerros, a las que nadie quiere parecerse. Más de la mitad de la población está escolarizada, se han creado universidades nuevas (la bolivariana y la Unefa en Caracas) y son completamente gratuitas. En Chile, los jóvenes reclaman la garantía de la gratuidad y la calidad en la educación, aquí la tienen, pero eso no importa, la desdeñan. Son las clases altas las que no tienen problemas de consumo, que sea educación, comida, o las clases medias, las que se sienten en el aire, de miedo a ser descalzadas, mimetizadas con las altas, deseando lo mismo que ellas.
Deseo mimético.
Las mujeres representan una porción importante ( 70%) dentro del gobierno bolivariano, han pasado de ser una máscara de rimmel, una muñeca barbie, a ser personas enteras. Hay una nueva ley de trabajo que les reconoce sus derechos laborales, dignifica el trabajo doméstico con seguridad social y pago por tiempo de servicio, pero eso, no cuenta para las jóvenes que van a Miami y tienen como modelo de mujer a Paris Hilton.
En suma, otra marcha, más calles cerradas sin que nadie pueda detenerlo-as. La mayoría de los disturbios siguen concentrados son en estos sectores (vivo en sur este), las alcaldías no mueven un dedo, pertenecen a la oposición y están trabajando de forma concertada. Un francés me decía: en Francia, hacer una manifestación sin permiso, cerrar calles como lo hacen aquí, sería imposible. Y no, no es imposible, lo único es que se pongan a pensar en las razones argumentadas de su protesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario