He estado tratando de dar forma a las cosas que he ido viviendo estos últimos meses. No es que en mi vida sucedan cosas interesantes, antes, pensaba que estaba ligada al movimiento, que el acontecimiento, el evento, como suele suceder en nuestros países, era el adn natural de toda vida individual. Primer error, con la edad, la vida se vuelve más solitaria y austera, importamos menos en sociedades juveniles y en aquellas donde la edad modela la imagen de cambio, de dinamismo, de fuerza de trabajo. El sistema capitalisma y financiero optimiza todo y lo aprovecha, las personas que ya no son jóvenes, son menos importantes, no tienen tantas necesidades, están laboralmente inactivas, o simplemente, están literalmente agotadas si viven en sociedades capitalistas liberalizadas, como es el caso del Perú. Segunda constatación, las mujeres son las más empobrecidas, las más paralizadas, la población más golpeada por este sistema de aprovechamiento y perfomativo, aquella que no contó, o no cuenta con los medios para defenderse, está condenada a vegetar, a observar, a no participar en nada o casi en nada. Solo la burguesía permite a las mujeres mantenerse con la cabeza en alto, solo la que tiene dinero puede mantenerse al margen de ese sistema depredador, soñando con que el mundo pueda cambiar y le será menos hostil. Lamentablemente las telenovelas mantienen este espejismo vivo para las más pobres, paralizándolas y despolitizándolas. Otra deriva importante es la religión. Las mujeres son las más sensibles al discurso religioso, y no por casualidad, están limitadas por la propia sociedad a no hablar mucho y a restringir su lenguaje. Es un adoctrinamiento que empieza a edad muy tierna, cuando no es tan consciente de que va a ser la eterna esclava sin derecho a la palabra. Entonces en esta deriva de consumista que no tiene dinero, puede vagar de una iglesia a otra buscando reconocimeinto, visibilidad social. O simplemente compañía. Hay iglesias evangelistas, testigos de Jehová, mormonas, dispuestas a intercambiar su miedo y su desconcierto por una lealtad a bajo costo, tés, reuniones estránbóticas e histéricas (las evangelistas) con música, discursos exaltados, o líricos donde tendrán lugar sus pequeñas catarsis y micro formas de liberación. Pobre mujer, sin embargo la (su) palabra sigue presa.
¿Y el feminismo? Las mujeres son más conscientes de que carecen de derechos en las sociedades neoliberales, pero ¿quién puede convencerlas de que deben separarse de los objetos, verse a sí mismas como sujetos? Esto demanda una revolución copérnica, acceden las más ilustradas, muchas veces ni siquiera yendo a la universidad cuestionan el sistema que las condena, las feministas no tienen el prestigio que se merecerían ni la confianza de las mujeres que se ven como luchadoras familiares, preservando la cadena de valores que el 90% de la población comparte en este orden: religión, familia, trabajo...etc... Por eso siento que es una sociedad sumamente reaccionaria. Los valores son religiosos y han sido desplazados a la sociedad civil, son inamovibles y absolutos. Por otro lado, no hay literatura que pueda cambiar el texto social que se perenniza. No hay mujeres revolucionarias, tienen miedo a la persecución o la estigmatización de "terruca" (otra forma de persecusión) resabio de la época de Sendero Luminoso y que sirve para criminalizar cualquier disidencia, protesta o revuelta. Las mujeres que escriben, literarias o no, buscan primero que todo la aceptación, obligadas a hacer concesiones para no ser marginadas e invisibilizadas. No he tenido, salvo una pequeña excepción, conversaciones comprometidas, con ninguna mujer que escriba, el vínculo siempre ha sido ligero, disociado del tema. En realidad no hay conflicto con el sistema sino con algunos elementos del sistema, no se ve, como podría pensar antes, que el neoliberalismo está terminando por convertir a aquellas que no producen riqueza bajo la lupa de la plusvalía, en deshechos humanos, que la literatura será uno de los registros más obsoletos a falta de lectores y de tiempo para leer, que el hecho perfomativo del lenguaje separado de la realidad concreta, no funciona, que estamos en "otro momento", y que la literatura no sabe (ni ha sabido) liberarse de sus ataduras con el poder, con la dominación, con el pensamiento neo-colonial, etc, y que hay que pasar a otra cosa. Creo que estoy bastante sola con estas ideas, pero, sigamos.
Sobre el tema que ocupa en estos momentos el debate en Francia, el que más me llama la atención, es el de la "moda islámica" (sci). Resulta que ciertas marcas, como siempre veloces para interpretar los tiempos sociales, han visto una mina de oro en la imposición del velo lanzando una línea de vestimenta islámica, o para la mujer que practica el ilslam... De hecho, las protestas se han multiplicado, aunque, una vez más, nadie critica el sistema económico dominante que convierte todo en mercancía, nadie dice que el islam será en poco tiempo una religión a la carta, una especie de industria cultural que se venderá por internet (hay que leer a Olivier Roy, quien dice que la radicalización se ha radicalizado y no que el islam sea radical). El turismo también se expande hacia la religión, la frivolidad con que asumimos nuestras vidas es impresionante, tal vez porque no podemos aceptar que somos solo parte de un sistema y no superiores a nadie, ni trascendentales, solo seres efímeros, débiles, capaces de soñar con la trascendencia, pero en el fondo poca cosa, una especie de estrella en un firmamente muy oscuro. Se me ocurre, ahora mismo, que esa es una de las razones de esta locura capitalista sacralizada...
volveré sobre este tema...
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