El regreso es cada vez más duro, arrancarse a un mundo entero, una serie de significantes: familia, amistades, idioma, geografía. Han habido momentos de verdadero diálogo, de verdadero encuentro, efímeros y a veces, melancólicos porque sabía que no durarían. Al irme, dejaba a mi madre sola, a una tía sola, a mis hermanas solas, no podía evitar avanzar sobre mis pasos. Siento que en las sociedades ultra liberales las mujeres están todavía más solas. El capitalismo crea única forma de nexo social (se intercambian bienes materiales, representaciones sociales, nunca n función de valores afectivos, morales) destruye la capacidad de respuesta de las personas, o peor, las sume en una especie de hipnosis. No hay manera de generar recursos para defenderse y protegerse del poder depredador de ese mundo de brillo fatuo y lata. A veces una vida se reduce solo a unas cuantas marcas, hablo de marcas materiales, de ropa. etc. Vi en el avión la última película Woody Allen (blue Jasmine) sobre una mujer que vive encerrada en el mundo de las apariencias, una crítica aguda de esta sociedad tan fría, tan inhumana. Tenemos que llegar a reformar ese placer efímero del cuerpo, a cambiar la forma de nuestro deseo. Tenía la impresión que la sociedad limeña puede llegar a ser un espejo impasible, inmóvil. De ahí la necesidad de movimientos, los sueños de evasión de mi madre, su no poder contar el tiempo. No hay continuidad histórica, todo el tiempo esta se rompe porque las mujeres no tenemos un lugar en la sociedad. Aunque esto incluye a una buena parte de la población que se ha quedado fuera. Hay entonces la obligación de mimetizarse con los valores dominantes, puesto que todo el mundo desea el poder, el dinero, como la única forma de visibilidad, todas y todos deseamos lo mismo. La que no tiene, hace como si, la que no lo posee, vive deseándolo.
¿Cómo cambiar esos paradigmas? No lo sé, es una tarea personal, difícil si no contamos con apoyos morales. Se me ocurre que una sociedad no vale porque es sea una economía sólida, sino moralmente sólida. Moralmente muchas veces quedamos muy por debajo de nuestras expectativas. Es terrible porque en el fondo nos damos cuenta. ¿A cuántas mujeres con talento se les cierran puertas por no saber adaptarse a esta selección natural? Salió un mapa que decía en qué países las mujeres son más fáciles, el Perú estaba en segundo puesto (sic). Sonaba horrible, podría haber dicho, dónde están más sometidas y alienadas por la propaganda.
Regreso más convencida de que el Perú se está convirtiendo en un gran supermercado. Todo está la venta, todo el mundo goza con la idea de comprar, pero ¿para qué? Las amistades, ese regalo de la vida, los amores, los verdaderos intercambios no podremos comprarlos. Podemos vivir en dos metros cuadrados y ser ricas. Alejarse del cuerpo y tener un mundo interior. Abandonar el fetichismo de la belleza, contemplarla de manera pasiva. Al final, es tan efímera.
Una vez, un hombre joven se sorprendió de que usara falda. Las chicas más jóvenes no lo hacen. Parece que algunas se absorben en la identidad dominante, la del hombre. Todas somos en parte hombres. Deseamos esa facilidad para tener un espacio en el mundo social, esa ligereza. Incluso el hecho de que las jóvenes peruanas (sobre todo en Lima) se nombren entre ellas con el vocativo "brother", "macho", expresión española... una serie de expresiones que muestran ese "no saber cómo hablar, a quién parecerse". No hay modelos dignos de ser imitados en nuestra sociedad. Los únicos modelos que tenemos son los de los políticos sin autoridad moral, los actores y actrices, los deportistas... los intelectuales cínicos, salvo algunas excepciones...
Cada vez que atravesaba esa capa de códigos sociales enquistados en el idioma, he podido ver el brillo interior que toda persona tiene, esa bondad del interior porque la hay, aunque la tengamos perdida en un rincón, esperando salir.
He visto el hermoso mar de Lima, sus colores, la luna durante una caminata con mis amigas, he visto, el rostro de un joven, hermoso y prometedor, como sus frases, y todo eso ha sido efímero, veloz. Y sin embargo, Lima, está aquí, a un paso, la siento y es como si jamás me hubiese ido. La distancia que tengo desde aquí me permite ver estas cosas que desde la cercanía me parecen completamente banales, pero no lo son, encierran gritos, protestas silenciadas que irán marcando surcos, caminos, casi, estoy segura.
Ese bienestar aparente tendrá que dejar paso a uno real, mujeres que irán marcando sus rutas, solas. No creo que sea irreversible.
Instalarse en una visión generosa de la vida. No es dimisión, es acción lenta.
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