Se acaba de aprobar en Francia una nueva ley que penaliza a los clientes que compran las prestaciones de una prostituta (en Suecia la ley es muy parecida, incluso más severa). Seamos claras, la prostitución no es un oficio, no es un trabajo cualquiera, aunque haya un pago a cambio, la prostitución es la legitimación de una forma de esclavitud vil: la pobreza. Durante el discurso de la Ministra de los derechos de la mujer, Najat Vallaud-Belkacen, ha habido vacío, vacío porque se toca un tema que tiene que ver con el poder, y el poder patriarcal que funciona como un monopolio y como en la época de la colonia. No hay forma de hacer que las mujeres se lean de otra manera porque muchas están "colonizadas" por una cultura enteramente masculina, de valores inventados por hombres, de sistemas de pensamiento creados por hombres. Elisabeth Badinter, una de las mujeres que se oponen a esta ley, ha reclamado que el "Estado no se puede instituir en la vida privada" (sic). ¿Es vida privada los miles de mujeres que se venden en la calle, y a quienes decimos comúnmente "mujer pública? Y hablando del cuerpo, ¿podemos considerarlo una mercancía, igual que un mueble, una casa que se compra dependiendo de los recursos del comprador, es decir el que tiene dinero se paga "putas de lujo", el que no, pues se aguanta, o viola a alguna mujer? Este es otro argumento que no podemos aceptar pero que muchas mujeres, incluso intelectuales, toleran: el que los hombres tienen más deseo sexual que las mujeres. Es una teoría que no cree que seamos seres culturales (producto de una historia colectiva, etc), creativos, pensantes, si no que nos reduce al estado de "animales naturales". En esa biología natural el hombre es el depredador y la mujer pasiva, el hombre es emprendedor, agresivo, y la mujer, sedentaria, temerosa, o sea, todos los clichés que desde la noche de los tiempos domina en la historia. Son paralizantes. Algunas feministas han tenido el valor de seguir adelante pese a todos los sarcasmos y los ataques de los que han sido víctimas, se dice de paso que penalizando al consumidor (porque se reduce a la mujer a un objeto comestible y desechable) se "victimiza a las mujeres", muchas entre ellas han pedido que "no las defiendan, que ellas saben hacerlo solas", un mensaje que quiere decir: a mí me gusta tener coitos treinta, o cien veces al día para ganar dinero, ¿por qué te metes en mi vida? Visto desde ese punto de vista, podrían tener razón, ¿dónde empieza en espacio público y el espacio privado? : pues ahí donde un acto (público porque es admitido) se convierte en delito, y se convierte en delito porque la prostituta no es una mujer que se levanta un día y dice, allez, voy a prostituirme y ganar plata, no. Las prostitutas (en su mayoría mujeres, y niños y niñas) son reclutadas, muchas a veces a la fuerza, por mafias de proxenetas, son golpeadas, amenazadas de muerte, sometidas a un sinfín de vejaciones, enseguida, irrecuperables moral y síquicamente. El cuerpo no es un objeto es un ente completo. No hay separación entre cuerpo y mente. (Pienso ahora en El último cuerpo de Úrsula, ese libro que escribí pensando si hay derecho a auto mutilarse) es un todo, y tiene una existencia moral, la posesión física es una posesión moral. Me parece muy burgués abogar por una cuestión de principio sobre lo que debe y tiene que hacer el Estado en la vida de las ciudadanas, aunque muchas no se crean tales. Cuando se dice, que no se meta en la vida privada, se refiere obviamente a la vida privada de los hombres, se pide que se admita el derecho de pernada (que existía en la época del rey en Francia y que suena a carnicería), a acostarse con la mujer que el soberano decidía. Estamos admitiendo que somos el ganado del rey, es terrible. La revolución francesa la hicieron la burguesía con el apoyo del pueblo, pero los valores burgueses se mantuvieron, solo hay algunas mujeres que se preocuparon por la condición de sus congéneres: Olympia de Gouges (http://es.wikipedia.org/wiki/Olympe_de_Gouges) fue una de las primeras en redactar una Declaración con los derechos de la mujer que debía ser parte importante de los avances de la revolución, pero, después de las guerras federalistas entre jacobinos y girondinos, fue condenada a la guillotina y olvidada tan pronto como desapareció. A veces, me pregunto si no hiciese sido necesaria una revolución hecha por mujeres en las que se estableciera sus derechos de manera autónoma, sin pasar por los "derechos del hombre"!
Otra idea que se me ha venido a la cabeza a raíz de esa opinión aparentemente inofensiva de que exista el "hombre depredador"(tipo Strauss Kahn) que anidaría en el imaginario colectivo de muchas mujeres como prototipo de hombre seductor (sic), es que hemos caído todos en esta mercadotecnia del sexo que lo coloca como una actividad suprema de existencia. Ser criaturas sexuadas, como lo pensó Freud, no significa que la parte genital sea nuestra distinción como especie, suena grueso y es tan floja la idea que da risa. La noción de sexualidad, tal y como la conocemos ahora, es más o menos reciente, según lo dice Michel Foucault en su Historia de la sexualidad, no caigamos en la propaganda. El sexo no define, es solo una parte del deseo, que es algo más complejo, más delicado. Y por eso las mujeres no podemos ser un medicamento, una cura, si no es en el intercambio, ahí si privado, entre dos personas (de otro sexo, o del mismo, poco importa) que aceptan entregar afecto, amor, deseo. No en una pareja ni en un club de intercambio, en cualquier otra forma que no sea la imitación de un mercado. El cinismo con que muchas personas han enfrentado el debate, tiene que ver con la aceptación de esa lógica del amor y el esclavo.a., de la ley del más fuerte, de la economía de los cuerpos. O el capitalismo aplicado a los cuerpos (son las mujeres las más pobres, las más agobiadas por la crisis), o algo así. La prostitución, como el aborto, es un problema de salud publica. Y el Estado sí tiene que intervenir. Una nueva revolución es necesaria, de pensamiento, de costumbres. Prostituirse no es el oficio más antiguo del mundo, eso, solo se lo creen los que necesitan justificar su miedo a decir las cosas de frente, es el mundo animal en el humano, es el dinero imponiendo su valor de intercambio.
Estoy de acuerdo con que se sancione al que compra el servicio, como lo haríamos con quien contrata trabajadores en condiciones de abuso o indignidad. Pero no puedes al mismo tiempo decir que no hay separación entre el cuerpo y la mente y que nuestra biología animal no puede ser tomada en cuenta. No podemos ignorar millones de años de evolución; tampoco podemos creer que sólo porque algo es natural automáticamente se convierte en bueno; tú cometes una falacia parecida a las anteriores: creer que algo inmoral no es natural.
ResponderEliminarLa moral es adquirida, construida, no es algo que esté fuera de nosotros.as… por eso es vulnerable, hay situaciones que la ponen a prueba… justamente-.--
ResponderEliminarYo estoy a favor de la legalización absoluta, y me indigan que puritanos de derechas y el puritanismo feminista que se indigna con que hay mujeres que prefieren sexo por dinero que fregar escaleras,; en realidad eres una intolerante demente cerrada, pero sois minoría; la prostitución no se va a acabar jamás, es más, cada vez está más de moda.
ResponderEliminarEl pensamiento de que la prostitución es el trabajo mas antiguo del mundo, lo dijo un cineasta de la llamada nueva ola de los aos 50, Françoise Trufaut. Y que en el siglo pasado lo volvió a poner de moda Felipe Gonzales, aceptándolo la intelectualidad, es un pensamiento completamente machista, aunque Truffaut es cierto que lo diría con buenas intenciones para defender a esas mujeres, de una sociedad hipócrita y reprimida, que como dice Patricia de Sousa, es lo mismo que el derecho de pernada pero modernizado, ósea pagando. La libertad no va por ahí queridísimos hombres nuestros y mujeres que bailáis sus bailes, por mas intelectuales que os creáis.
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