ayer estuve pensando: quiero escribir algo sobre Martha Chávez (Fuerza 2011 Perú), María Corina Machado (MUD, Venezuela) y Marine Le Pen (Frente national, Francia), estas tres mujeres que tienen muchas cosas en común, son beligerantes, autoritarias, cerradas, inclementes. Las tres son líderes importantes de la extrema derecha en América Latina y en Europa, las tres sacan lo peor de las personas: desconfianza, celos, cólera, frustración. María Corina es también una especie de Sarah Palin (Tea Party), defiende valores tradicionales y hace de la propaganda neo-liberal una verdad objetiva. Es terrible la gente que cree que posee la verdad y hace de ella una cruzada, una inquisición, no dudan, y no hay diálogo posible. Es el caso de Martha Chávez en el Perú, una de las defensoras más virulentas de ex Presidente Alberto Fujimori, hace poco destituida de la presidencia de la comisión de los DDHH; que parecía un oximorón y una ofensa a una gran mayoría que siente que ella ha sido una de las responsables de las violaciones que se cometieron durante el gobierno de su líder. Pero más allá de lo factual, de las cosas que las desacreditan como dirigentes, Marine Le Pen tiene un discurso lleno de odio, nacionalista (donde se excluye a los extranjeros) y una visión de una Francia homogénea, blanca y católica, creo que hay una cosa en el lenguaje. Las tres son creyentes, y las tres tiene una visión global del país en la cual hay una solución a todo: gobernar con intransigencia, despertar el sentimiento de venganza, manejar una imagen manquea de "usurpado-as" (alguien me quitó lo que me pertenece), inventar chivos expiatorios, pero que en realidad son solo víctimas de un sistema económico depredador, el Horror económico del que hablaba Viviane Forrester. Hay, sí, un lenguaje que las identifica, el lenguaje de la persecución, del miedo, de la clasificación neo-darwinista, ellas no ven personas sino estereotipos, una armada de personas que pueden dirigir. No ven un país sino una muchedumbre que les da miedo, porque en ella no ven rostros sino abstracciones. Todas ellas gritan, zanjan con frases llanas, utilizan el fogueo. Con todo este análisis quiero decir que la "esencia femenina" no existe, son más bien una introyección de la autoridad masculina, su remedo y su exacerbación. No es que la "esencia masculina" sea totalitaria, lo es porque es una locura darle tanto poder a un solo género; como me decía un amigo francés: si tan solo diésemos un siglo de gobierno a mujeres y hombre por igual, tal vez no saldrían criaturas tan extrañas como estas tres mujeres que no representan ningún valor democrático, no creen en la igualdad de mujeres y hombres si no que se inscriben en un mundo homogéneo: esa selección natural que cree que solo los fuertes y las fuertes se imponen. Si esas son las figuras femeninas que sirven de modelo a las jóvenes que desean un lugar en el espacio público, es terrible, es la caricatura más avasalladora, la más mediocre también, porque la mediocridad es siempre una frustración que evita pensar, acoger, observar… y esa, la lucha contra ese sentimiento mezquino, es una pelea constante.
Fotos: María Corina, Martha Chávez y Marine Le Pen.
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