lunes, 24 de febrero de 2014

Foucault más que nunca


Michel Foucault, el vigor de un pensamiento fuera de lo común.



Michel Foucault muere en el hospital parisino de la Salpetrière. Estamos en 1975 y los primeros indicios sobre su muerte son dudosos, más tarde se confirmará que ha muerto de una enfermedad hasta entonces poco conocida, el Sida. Militante, agitador de masas, no basta con pensar, hay que pasar a la acción, y él, como filósofo, lo hace convertido en esa “caja de herramientas” de la que hablaba Deleuze, dispuesto a apoyar los movimientos de rebelión contra la maquinaria estatal que asfixia al individuo. Foucault se va a instalar en el centro de un debate filosófico por la libertad, el cuerpo y la persona, el cuerpo y el deseo. Este debate se desarrollará en medio de la sociedad “bien pensante” de su época exponiendo a los sistemas políticos a un análisis sobre el abuso de poder y el exceso de vigilancia. Con Vigilar y castigar, esta reflexión abarca los sistemas penitenciarios y la prisión como un “dispositivo”, una tecnología política del cuerpo que domina el cuerpo y el alma a la sombra de los reglamentos, con la Historia de la locura en la edad clásica, el análisis toca la evolución de los sistemas de vigilancia e instala la duda sobre la noción de lo que se considera como normal, dura crítica al funcionamiento de las instituciones médicas y el uso del saber medical como instrumento de poder. Con Las palabras y las cosas el análisis del lenguaje lo lleva a hacer una epistemología de iconos y símbolos, el lenguaje constituido en una problemática frente al deseo (el centro de la reflexión de Jacques Lacan), la liberación y la valorización de la palabra de los oprimidos, inversión de poderes para sacarlos de una especie de mudez irremediable.
“El trabajo de un intelectual, nos dice Foucault, no es modelar la voluntad política de los otros, es, a través de los análisis que hace en los campos que son los suyos, interrogar las evidencias y los postulados, sacudir los hábitos, las formas de hacer y de pensar, disipar las familiaridades adquiridas, retomar la medida de las reglas y de las instituciones, y a partir de esa re-problematización (donde se juega su oficio de intelectual) participar en la formación de una voluntad política (donde debe jugar su rol de ciudadano). Bio-poder, ética institucional, compartir, poner en duda la política y sospechar de nuestras creencias, instalarse en la re-cuestionamiento de los valores que se convierten con el tiempo en verdades inamovibles, he ahí una parte importante del trabajo dejado por este filósofo.

Al poner el cuerpo biológico en el seno de la práctica histórica, Foucault inaugura la vía de una forma de historia de la resistencia y de la subjetivación, una forma fenomenológica que abarca el momento histórico y las condiciones de vida del individuo. El debate sobre este tema se hace urgente en nuestro tiempo, puesto que el discurso sobre la seguridad y la vigilancia se agudiza debido a una explosión demográfica. De otra parte, parece necesaria, en Francia, en toda Europa, una reflexión humanista y filosófica de los sistemas penitenciarios. Con un discurso político sobre la sexualidad en plena actualidad, el matrimonio homosexual es uno de ellos, el pensamiento de Foucault vuelve a cobrar vigencia, pero no en el sentido quizás que él esperaba, la sexualidad como una forma de utopía, proyecto individual de libertad fuera de las normas, sino como un discurso conformista donde ejercer el poder. Justamente, la pregunta que hay que hacerse es por qué reclamar una legislación (matrimonio) en el terreno donde lo individual podría gozar de un poder inalienable. Buena pregunta.

martes, 4 de febrero de 2014

Estudios de género, la polémica


Creo que esta es la lucha más lenta y más larga de la historia, que nada está ganado, que todo está por rehacer. Rehacer significa instalar las ideas sobre nuevos cimientos, que no nos dé miedo caernos desde arriba. Ahora mismo, en dos países que cuentan para nosotro.as, España, por estar en el origen de nuestro relato, y Francia, como el país referenciado por su lucha por los derechos universales, la polémica de la desigualdad inspirada en el sexo y el género, bate las laas. Tiendo a pensar, pese a que la "universalidad de los conceptos son un dilema", que hay ciertas cosas que necesitan de un acuerdo universal, que no podemos lograr si no consideramos que existen cosas básicas que debemos proteger. Una de tantas es la defensa de los derechos fundamentales de la mujer, aunque se me responda que hasta ahora, esta noción de derechos, ha sido impuesta desde fuera, desde una perspectiva occidental, es decir, en el norte, y no en nuestra geografía. Y es cierto, pero esa perspectiva que llega a acuerdos universales, toma en cuenta a aquella  mujer, que sigue siendo vista como un "sexo que no es uno", que no tiene visibilidad sino como un ser castrado, fragmentado, maniatado, sin historia y sin derechos verdaderos. Desde que en siglo XVIII Olympia de Gouges escribió su Declaración de los derechos de la mujer, que nunca fue adoptada restringiéndose a los "derechos del hombre", las cosas no han cambiado demasiado. Estamos asistiendo a un verdadero sismo a nivel planetario de lo que se podría ser un verdadero retroceso en materia de derechos civiles para las que son consideradas como el "segundo sexo". En ese aspecto todas las mujeres, que sean feministas ortodoxas o post-feministas, estamos de acuerdo. Cierto que no podemos aceptar la idea de "naturalizar" dos géneros, el masculino y el femenino, o dos sexos, macho y hembra y, que esa clasificación binaria, deje fuera al que es trans-género, al que sin tener otro sexo, se identifica con el otro, o con los dos. Es decir, cada configuración identitaria responde a diferentes historias, es por eso que la palabra "feminidad" como esencia es demasiado pesada para ser aceptada como simple realidad que abarcaría a todas las mujeres (ahí los universalismos no funcionan). Yo no creo en la feminidad. Punto.
Ahora empieza la batalla en las escuelas francesas promovidas por el reciente proyecto de ley del aborto en España, que solo lo permite en caso de violación o de peligro de muerte para la madre gestante. Los demás casos estarán excluidos y destinados a la clandestinidad, la humillación, la precariedad, la discriminación objetiva entre una mujer que se puede pagar un aborto seguro, y otras que no podrán  y tendrán que afrontar condiciones mucho más difíciles y traumatizantes.

Los estudios de género, el Abedecedario de la discriminación

  La inclusión de los "estudios de género" (gender studies) en la currícula escolar en Francia, ha movilizado a las derechas, algunas extremas, en defensa de la familia y del "derecho a la vida". Muchas mujeres en Europa, como lo señalaba la escritora Annie Ernaux, no han conocido la limitación de sus deseos, por tener acceso a métodos anticonceptivos diversos. No han sentido que tenían que decidir, simplemente han decidido, sensibilizadas por la nueva "mística feminista", que la maternidad es un destino en sí. Difícil que cambien de parecer y están en su derecho de decidir, pero que eso afecte al conjunto de la población femenina, es otra historia. Justamente, los estudios de género apuntaban a sensibilizar a hombres y mujeres sobre la discriminación perenne de las mujeres, hacerles conocer las luchas, aun vigentes, desde el punto de vista de la historia, de la antropología, la sociología, o la literatura, pero de ninguna manera es una "teoría", como se pretende hacer creer. Es difícil que un o una joven entiendan lo que la cultura en general le ha transmitido como una verdad objetiva, esta situación de desigualdad entre hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, trans, etc... es decir, se trata de sensibilizar a los niños y niñas  hacia otras opciones sexuales en la identidad, desmontar lo que se ha adquirido como "natural", como dado. Y esto ha desembocado en manifestaciones multitudinarias acusatorias y en busca de un "chivo expiatorio", el gobierno en Francia, o las mujeres indomesticables en España que no aceptan perder lo que hasta entonces era un derecho. Sus mensajes  advirtien del "peligro moral" de poner en marcha lo que dicen es una "teoría, una ideología que pretende destruir la importancia de la familia en la sociedad" (sic). Aunque se ha dicho hasta la saciedad que no es una teoría sino un recorrido por las diferentes aristas del feminismo y las diferentes corrientes que han adoptado formas, modos de interpretar distintos  tanto en su forma política como social, y no como una teoría en el sentido lógico deductivo, causa efecto, o de ideas organizadas para defender un solo punto de vista, se insiste en este pretendido complot contra la familia que reune a los creyentes y no creyentes conservadores . No hay nada que demostrar, ni doctrina que adoptar, son, como su nombre lo dice, "estudios". Poder saber qué ha pasado y por qué. Increíble que sean mayormente mujeres las que se oponen, ven tambalear su casa ideal con niños dentro, ni idea. A veces pienso que el hecho de no verse como sujeto lleva a las peores cegueras, o será cierto como decía Engels en su historia de la familia, que perdimos históricamente cuando desapareció el matriarcado, y esa sensación de ser perdedoras es muy intensa y toca fibras muy antiguas, no lo sé. Ni siquiera sabemos si esta idea es cierta, salvo por Bachofem que sí creyó en el matriarcado, aunque no sin mostrar muchas pruebas. En suma, es un mito, que, simbólicamente representa muchas cosas. Si vamos a la historia del Perú, algunas personas hablan también de matriarcados en las sociedades precolombinas, el mito de los hermanos Ayar es uno de ellos. 



Hay un problema de lectura como lo hay con el de decir que existe "opresión" de la mujer, y no  asumir la dimensión política de este término. Nuestra sociedades en general, son sociedades patriarcales donde el sexismo, igual que el rascismo, marcan el ritmo de vida de las mujeres. !No nos hemos librado del cuerpo!! La igualdad entre los sexos sería un primer paso para una utopía necesaria del feminismo.