miércoles, 25 de junio de 2014

¿Recordar, cómo sucede?


Tener que escribir no es algo sencillo, no. Escribir es asumir la responsabilidad de hacerlo, es como si una escritura (marcas), que están inscritas en alguna parte de nuestra memoria, desearan hacerse visibles, empujando por salir convertidas en un objeto, un libro. Estamos en un tiempo en que muchas cosas han cambiado para el común de las personas, las nociones de espacio y tiempo, el espacio geográfico es ahora mucho más subjetivo y tirano. Las redes sociales los han ampliado ad infinitum, el mundo parece vasto y pequeño. Yo creo que no estamos tomando en cuenta este aspecto, la disposición del texto (y de su duración al ser leído, el tiempo que se le pueda dedicar), es también una nueva medida de tiempo con la que cada persona acepta recorrerse : se ve recortada, impelida al diálogo corto, ausente, obligada a afirmarse en sus percepciones, no sé si más autónoma, pero sí más cerrada sobre sí misma. Más autocentrada. El poder adquisitivo se hace concreto en la capacidad de rodearse de todos estos dispositivos que crean redes virtuales extendiendo nuestra presencia invisible donde el cuerpo está ausente.
Si Stéphane Mallarmé pensó que la escritura llegaba a sus límites (el espacio en blanco como el abismo del texto), creo que ahora deberíamos plantearnos el problema de cómo es posible recordar y de si, la memoria, como la entendíamos hasta el siglo XIX, tiene aun sentido. Recordar no es tratar de recrear muchas veces, sino juntar dispositivos, imágenes y textos que nos vienen de fuera. Y tal vez nuestro esfuerzo sea cada vez más laxo, nuestra conciencia más ociosa. La escritura que casi siempre se ha mantenido en contacto con el insconsciente, con el mundo de los sueños,  está mucho más invadida por el mundo de afuera. Pienso por ejemplo cómo en este momento es casi imposible soñar (el antropólogo Marc Augé decía que en Europa la gente casi no sueña, es muy raro que alguien hable de sus sueños), es como si ese espacio, que Freud llamó insconciente se hubiera convertido en una conciencia colectiva inmediata en la que una persona, sus sentidos, no pueden alcanzan a poner un orden personal. Estamos habladoAs por otroAs más que por nuestroas propios sentidos y lenguajes. La presencia exterior es demasiado fuerte e intensa como para poder dejar que ese espacio interior, llenos de simbologías y de acomodamientos veloces con la realidad, pueda emerger. Es una tecnicidad la que funciona,  y luego, la perfomance, la actuación, más que el sentido íntimo de nuestras vidas. Hace unos días le decía a un amigo que para escribir es necesario dejar que ese espacio emerja, salir de la comunicación, de lo meramente social (el uso de la palabra que no es lo mismo que el lenguaje), para internarse en el mundo de los sueños, del desorden de los sueños y dejar la puerta abierta para  que los significantes signifiquen otras cosas. Creo que esto, ahora, es casi imposible. No hemos vivido nunca una época tan estandarizada y más alienada que la que vivimos. Y la lucha es feroz, violentísima,  contra esa marea formateada, aseptizada que entrena y somete a las conciencias. El trabajo es casi imposible, es una botella al mar que casi nadie va a recoger porque  no la ve o no tiene tiempo. Estamos encerradoas en nuestra propia imagen y no logramos salir de ella. !Nuestro pulmón es artificial!
Ahora, recordar, y tratar de recordar bien, es otra tarea. No sé cómo se puede hacer ese trabajo sin tomar en cuenta los vacíos de sentido que todo lenguaje posee, sus diferentes mutaciones, incluso, sus patologías. Es cierto que hemos vivido hasta ahora con una influencia "positivista" del lenguaje (al menos en América Latina domina esta idea), y que nos hemos hecho pocas preguntas sobre su capacidad de reflejar la realidad "tal y como es", es decir, sobre su alcance semántico. Esto nos viene desde la religión y la educación que sigue atrapada en las transacciones de poder y los monopolios en la educación y la información. ¿Qué tenemos que hacer nosotroas como escritoras en esto? Tal vez seamos las únicas personas en capacidad de desenmarañar esa larga cadena de servidumbres que crea nuestro lenguaje, empezando por nosotras, las mujeres. Por ejemplo es difícil imaginar la despersonalización que produce hablar un "cierto idioma", hablar el lenguaje de quien domina, reproducir los mismos valores. No tenemos en realidad lenguaje. En sociedades sometidas y fragmentadas el idioma divide, clasifica manteniendo las mismas divisiones sociales, los mismos estereotipos, se nutre de ellos y los convierte en capital simbólico. Es otra economía la del lenguaje, más perversa, más sutil. Todos estos "usos del lenguaje" están lejos de las necesidades y los sentimientos de aquelloAs que los hablan. Esta sensación se internaliza en el instante en que decidimos expresarnos por escrito, muchas veces es un freno para decidirse a escribir. ¿Puedo escribir como hablo? De hecho, al escribir, no podremos escribir como hablamos. La literatura vernacular reproduce el habla, la convierte en imagen de sí misma, casi la petrifica. En este aspecto no tengo las cosas claras, no me atrevería a decir qué es literario y qué no, pero sí a decir que la literatura se separa siempre de la realidad, que no devuelve nunca lo que toma si no que lo transforma y, muchas veces, lo deforma.
No recuerdo  la cantidad de veces que me he oído hablando con expresiones que me despersonalizan, que no son de mi ámbito afectivo y que me han representado claramente mi desarraigo. Para escribir, tengo que inscribir la vida. De alguna manera me asalta la misma ansiedad que a Simone de Beavoir, tengo que ir registrando lo que voy viendo, pero esa tarea es más cruel cuando se desconfía del código en el que se escribe. Al hablar nuestras preocupaciones son distintas que las que nos invanden cuando decidimos que vamos a escribir. Es ahí cuando empieza el infierno.
Y es ahí donde empieza la escritura para mí.
La deuda.
Creo que escribir se hace sumamente moral bajo esta sensación de deuda, de tener que decir algo, de buscar estar cerca de una verdad, de ser honesta. Aunque la realidad sea fragmentada, la necesidad de autenticidad crea un vínculo apasionado con el lector o la lectora, lo convierte en un valor absoluto, alguien a quien se le debe entregar todo.
La escritura es el primer síntoma de la separación del grupo, de la separación de la madre y la ruptura con la autoridad paterna. Si el lenguaje no refleja la realidad, se convierte en un problema, se hace sujeto. El problema más grave en nuestro tiempo es la representación, el "cómo" nos vamos a representar las cosas, la lucha contra las colonizaciones de conciencia para salir de los "sociolectos" (formas de hablar populares) y pasar al "idiolecto", forma de hablar particular. El estilo no es solo una cuestión de forma, es una posición política y moral.
Hablar el idioma de la dominación, de la mayoría, no significa hablar en el idioma de la mayoría, sino "de una forma de hablar de esa mayoría" que se impone en el mercado con su marca de prestigio y todo la perversidad de nuestra sociedad de consumo. La escritura es la lengua de las minorías, de la neurosis de la identidad como mujer, como sujeto, de su casi inexistencia.

Texto publicado en La mula.pe

jueves, 19 de junio de 2014

El nuevo feminismo vs capitalismo

quisiera analizar un poco los artículos que he venido colgando. Creo que es ahora, más que nunca, que el feminismo podría recuperarse, es ahora, en plena crisis capitalista, que podemos analizar cuáles son las razones de este retroceso social, cultural y político de las mujeres. El capitalismo absorbió el feminismo haciendo creer que la redistribución de riquezas iba a favorecer (como a los pobres y a todos los marginales)a las mujeres. Las mujeres, en su mayoría abocadas a las tareas domésticas, y contentas de su incipiente masa laboral, prefirieron confiar y pensar que su inserción en la historia estaba cantada. El problema es que el capitalismo, bajo los oropeles de la propaganda anticomunista (sic), hace creer que el bienestar está garantizado para todos y todas, sobre todo en este siglo XXI en el que se ha sintetizado la idea de bienestar ligada al consumo y la capacidad de consumo. Es la lógica básica del "deseo mimético", nos hacen desear lo que es bueno para una elite elegida que sabe qué es lo mejor para nosotras. Vean las revistas llamadas "femeninas", las telenovelas, las películas hollywoodenses, toda la educación que recibimos y el adoctrinamiento diario garantizado por mujeres y hombres. Eso sí que es un régimen!!

¿Basta con comprarse una casa, un carro, las cremas para la cara, pagarse algunas marcas para considerar que ese bienestar esta asegurado? ¿Qué sucede cuando las mujeres llegan a edad avanzada y son expulsadas completamente de la vida social y activa?  Cierto que a los hombres también les está garantizada esa expulsión, aunque los suyos sean todavía casos más aislados y
ellos pueden rebotar en otros ámbitos. Las mujeres son sepultadas  (no hago alusión a los espantosas violaciones que viven las mujeres en otras geografías) desde temprano y su muerte civil es más temprana.

Sucede que en el Perú se debate sobre la unión civil entre personas del mismo sexo. El tema es importante, es parte del debate social, y no hay sociedad actual donde no esté presente. Curiosamente, los sectores más reaccionarios liderados Marta Chávez, o Kenji Fujimori, están a favor. Sin embargo, el debate sobre el aborto, no toca la puerta de nadie, todo el mundo le voltea la cara porque aparentemente este debate no está en el aire, no es de urgencia porque las mujeres no son tomadas en cuenta y no representan ninguna fuerza social concreta, visible. No es que quien esté a favor de la unión civil sea más abiertoA, más sensible al drama humano de parejas homosexuales, es la repetición de un slogan, "está bien, corresponde", y eso es todo. Es otro producto lanzado al mercado con papel celofán, otra marca más. El aborto, porque exige remover las estructuras sociales, el rol de la madre, la planificación de la familia, es más delicado y por eso ese debate no se da. Es también porque el Perú cree que encontró la fórmula perfecta, creando más pobreza y más indiferencia, que no se dan ese tipo de debates. La bandera neoliberal flamea en todo lo alto, sobre montañas derruidas, barreadas, ríos contaminados, en Conga, y en toda la selva peruana. Es tan horrible como la imagen de un supermercado inmenso en medio de la barreada, del desierto mineral, humano y cada vez más, afectivo (la pobreza muchas veces endurece, fomenta nihilismo). No hay sociedad más conservadora y rancia que la peruana. Es una mónada, es el lugar más aislado de América latina, el más autista, el más desértico. Hay muchos síntomas de ese encierro que en algún momento deberá abrir la puerta, el aislamiento que vive como país y como sociedad. La crisis del capitalismo financiero, convertido en diáspora virtual que hace girar la manivela de la tómbola día a día a ver quiénes se quedan fuera, es visible ante los ojos de todo el mundo. El mundo entero se hace la pregunta, pero en el Perú, el debate está parado, deambula con síntomas de sonambulismo, no logra un discurso, es solo un balbuceo.
En medio de ese balbuceo, estamos nosotras, las mujeres.
Si no nos damos cuenta de que hay que replantearnos la totalidad de nuestra situación en el mundo, desde el inicio, si no  hacemos el esfuerzo mental, moral, de pensar este instante, en nuestro espacio geográfico que, junto con el idioma que hablamos, sus resonancias, nos hace pensar en un país, habrá pasado. De todas formas, no es tan grave, habrán otras mujeres que lo harán en nuestro lugar.

Foto, agencia EFE.

jueves, 12 de junio de 2014

Las mujeres en el centro de la crisis

Hace un buen tiempo que vengo insistiendo en este punto sin que haya mucha resonancia. Creo que en algún momento estaremos obligadas a razonar y a pensar en todo esto. Urge. Y falta el tiempo, por supuesto. 


Las mujeres están en el centro de una crisis increíble”
Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)
“Las mujeres están en el centro de una crisis increíble”
Dom, 06/08/2014 - 07:28 -- pabloelorduy Nombre entrevistado: Silvia Federici
Definición entrevistado: Profesora y escritora Silvia Federici. Autora de 'Revolución en punto cero'
Foto portada:
Pie de foto portada: Silvia Federici
Autoría foto portada: Bárbara Boyero
Autoría entrevista: Irene G. Rubio, Kike Castro
Silvia Federici aterrizó en mayo en el Estado español para hacer una vertiginosa gira de presentación
de su último libro, Revolución en punto cero, en varias ciudades. Ahí debatió con un público
numeroso y entregado sobre algunas de las cuestiones que plantea en esta recopilación de artículos
editada por Traficantes de sueños: el trabajo doméstico y cómo lo ha abordado el feminismo, la crisis
de los cuidados o la importancia de los bienes comunes.
“El capitalismo es una crisis reproductiva permanente”, afirma Federici. Las dificultades que hoy en
día afrontamos para nuestra reproducción social (es decir, para poder cuidar y cuidarnos, para
acceder a la sanidad, a la salud… a una vida digna, en definitiva) no son algo pasajero sino que son
consustanciales al capitalismo, que se aprovecha del trabajo de cuidados no pagado de las mujeres.
El trabajo doméstico, además, “está modelado en función de necesidades que no son las nuestras,
sino las del mercado capitalista”. Por eso uno de los desafíos del feminismo hoy es repensar estas
tareas y organizarlas de forma cooperativa y en común.
Galería:
Vídeo: Entrevista a Silvia Federici
Texto explicativo vídeo: Entrevista a Silvia Federici por Irene G. Rubio de DIAGONAL.
Autoría vídeo: Kike Castro
Artículos relacionados: Federici y las brujas
Edición impresa:
Sección principal: Saberes
Sección Mediateca: Video
Temáticos: Economía
trabajo doméstico

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Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)
“Las mujeres están en el centro de una crisis increíble”
Dom, 06/08/2014 - 07:28 -- pabloelorduy Nombre entrevistado: Silvia Federici
Definición entrevistado: Profesora y escritora Silvia Federici. Autora de 'Revolución en punto cero'
Foto portada:
Pie de foto portada: Silvia Federici
Autoría foto portada: Bárbara Boyero
Autoría entrevista: Irene G. Rubio, Kike Castro
Silvia Federici aterrizó en mayo en el Estado español para hacer una vertiginosa gira de presentación
de su último libro, Revolución en punto cero, en varias ciudades. Ahí debatió con un público
numeroso y entregado sobre algunas de las cuestiones que plantea en esta recopilación de artículos
editada por Traficantes de sueños: el trabajo doméstico y cómo lo ha abordado el feminismo, la crisis
de los cuidados o la importancia de los bienes comunes.
“El capitalismo es una crisis reproductiva permanente”, afirma Federici. Las dificultades que hoy en
día afrontamos para nuestra reproducción social (es decir, para poder cuidar y cuidarnos, para
acceder a la sanidad, a la salud… a una vida digna, en definitiva) no son algo pasajero sino que son
consustanciales al capitalismo, que se aprovecha del trabajo de cuidados no pagado de las mujeres.
El trabajo doméstico, además, “está modelado en función de necesidades que no son las nuestras,
sino las del mercado capitalista”. Por eso uno de los desafíos del feminismo hoy es repensar estas
tareas y organizarlas de forma cooperativa y en común.
Galería:
Vídeo: Entrevista a Silvia Federici
Texto explicativo vídeo: Entrevista a Silvia Federici por Irene G. Rubio de DIAGONAL.
Autoría vídeo: Kike Castro
Artículos relacionados: Federici y las brujas
Edición impresa:
Sección principal: Saberes
Sección Mediateca: Video
Temáticos: Economía
trabajo doméstico
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¿Y si los hombres estuviesen en el lugar de las mujeres? Observen este video.