jueves, 25 de diciembre de 2014

tocando tambores

Este mes de diciembre ha sido rico en eventos, en imágenes, en textos. Una de la simágenes que más me ha impactado es la de los jóvenes peruanoa manifestado en las calles de Lima. Entre la muchedumbre, un grupo tocando tambores y zampoña avanzaba decidido hacia adelante. Creo que me gustaría quedarme con esa imagen para todo el año, esos chicos y chicas que confían en la música, en el el movimiento, en el deseo. Escuhé también argumentos por los cuales protestaban con estra esta ley injusta que los entrega a una forma de esclavitud moderna (los jóvenes entre 18 y 24 años al margen de cualquier derecho laboral) y revela la precariedad del empleo y su consolidación como modelo. Lo decía una joiven que hablabla con una claridad solar,  estructurando argumentos, y dejando sin respuestas a sus interpeladores. Esta generaciòn nacida en los años noventa, ha vivido el final de Sendero que había secuestrado al lenguaje político llevándolo al paredón: si eras de ezquierdas tenías que estar con ellos y si no era traición, servilismo y revisionismo. Fue tan marcante su presencia en ese sentido que todavía hay resabios de esos años en mi generación, en su ma de hablar, etc... A cada regreso desde Venezuela el miedo a las palabras "revolución,  marxismo, justitica social" eran perseguidos involuntariamente, se marcaban, y a veecs terminanan en pelea abierta: como no se podía denunciar había que desarmarlo en el instante insusltado a la revolución bolivariana adornándola de "dictadura, dictablanda", comparándola con los años de Fujimori. Ahora no sé si estos jóvenes establezcan esa relación, los he oídos hablar poco y por ahora solo reclaman que se derrogue esa ley, peor que hay de los slogans: "soy cholo pero no barato", que es el que ha tenido más impacto? Ese es un giro de 180 grados en la realidad peruana, que un joven reocnozca sus orígenes indígenas sin verguenza. sin miedo a lo que son las orligarquías. La imagen del "cholo", mestizo, se ha revalorizado. Eso ha empezado por esl estómago, un estómago bien cuidado, y luego ha seguido la abominable "marca Perú" que es también una forma de etiquetar y de lanzar al mercado. Me pregunto si estos jóvenes se ven como mercancía (Marca Perú, sic) y se pelean porque piensan que "valen más", pero siempre como mercancías, o que esto significa un regreso a sí mismos para estar dentro de ellos. habitarse, y no dejar que se le cuelgue una etiqueta al pecho que parece más una banderilla.  Es pronto para saber. Yo me hago muchas ilusiones con esto, pienso que tal vez, incluso si el inicio sea endebele, puede convertirse en un terreno fértil para sembrar nuevas ideas y que el país se transforme poco a poco. Por eso me decidí a mandar un mensaje con la imagen de sus tambores, tocar el tambor de sue xistencia, como lo escribió Pasolini.


A punto de salir para Paris. Levantada muy temprana, impaciete de estar allá, caminar por las calles, recorrer lugares que ya conozco.

Regreso antes de fin de año. Un detalle importante. es la presencia de mujeres en esta marcha, en el discurso, como líderes y organizadoras... Ojalá esto madure... que los tambores sigan....

lunes, 8 de diciembre de 2014

No quiero ser una aculturada, notas para una novela diversa

Anoche vi un reportaje que me ha dejado pensando en muchas cosas. Muchas. Una de ellas es el análisis de mi propia situación, de mi trabajo de escritora y de qué puedo estar buscando. La relectura de algunos libros que he escrito, traducciones y revisiones obligadas, también me llevan a hacerme otras preguntas. Hay algunas intuiciones. Una de ellas es ese estar literalmente "atravesada" por varias culturas, la Occidental es una de ellas, la que llegó con los españoles y  que fue un choque de culturas que solo con el tiempo estamos viendo desde otras perspectivas. Pero, hay otra, del "cómo" estas Marcas del pasado han atravesado el tiempo y han llegado hasta el presente, de cómo me han dividido (tengo que ir rápido para que no se me vaya la idea) y me han instalado en el desarraigo. Más allá de mi situación como mujer, que es vivida como una expulsión de un paraíso, puede ser el de infancia, porque la entrada en el mundo adulto, significó tomar conciencia de mi cuerpo como mujer, es decir sexuado, está el cultural, mi herencia andina que nunca ha sabido dónde colocar. Me explico, creo que muchos de mis libros, si no son todos, salen de ese choque, de estar constantemente confrontando esas miradas para intentar instalar una coherencia, un nexo, para salir de ese encierro que no posee mirada que lo valore, de ahí que sin querer mi manera de mirar el mundo se acerque de esa cultura, la olvidada, la sometida.
Salvo José María Arguedas, un novelista que también era etnólogo ( y siempre me veo como cerca de todas esas formas de acercarse a la historia), ningún otro escritor ha hecho, con la pasión que él lo hizo, el vinculo entre el Perú de la mal llamada Modernidad, y el Perú mal llamado Arcaico (para usar el título de Vargas Llosa, La utopía arcaica que quiero releer), es decir, cómo se produce ese paso, y por qué la violencia. O es que no ha habido paso, y esta comunidad andina en las altas montañas del Cusco, es la reafirmación de que el Perú sigue siendo el país de Los ríos profundos. Me impresiono mucho ver "mi país" como otro país, estar viéndolo con Olivier y ver esa realidad como alejada, aunque conozca algunos elementos, la manera de dormir (sobre pieles de carnero y cuyes bajo lo que es una cama de piedra, recuerdo haber visto eso a mi llegada a la chacra de Coracora y haber sido sacudida por la impresión), los platos que se preparan la austeridad, los gestos del rostro. No quiero, y eso me da mucho miedo, caer en la mirada maternalista que ve las cosas desde fuera y que quiere su mundo puro, indígena, como refugio para huir de un presente, no, quiero comprender cómo vivimos tan fragmentadoAs, cómo podemos tener ese país, con una civilización tan rica, tan diversa y vivir encerradas en la ciudad de Lima, sin contacto con toda esa riqueza. No es tampoco pensar, lo que sería absurdo, que esas culturas puedan mantenerse en estado autárquico, sería muy reaccionario, es más bien que mi mirada ha cambiado desde que he vivido en Veneuzela. El valor que le doy a todo eso, el cambio de perspectiva (recomiendo leer el diario de Paul Gauguin, quizás ahí haya elementos comunes, y sobre todo a José Carlos Mariátegui a los europeos) . No sé qué operación interior se ha producido que me ha llevado a comprender que busco otra manera de vida, una que me deje recorrer estados, movimientos, intuiciones, hasta ahora desconocidas, No soy clara, porque no estoy clara para mí misma. Hay, en la cultura Occidental, en Francia, España, etc, un terremoto, hay crisis de representación, de paradigma de civilización, yo estoy en el centro de esa crisis con otro pasado, con otra carga simbólica. La crisis de civilización está ligada al goce (ya decía Espinoza que el valor supremo era el goce) a la alegría, a la joie. La cosa es que lecciones podemos sacar de poblaciones que viven con lo mínimo, a las cuales el capitalismo y su noción egoísta de acumulación de riqueza no ha dañado (se vive del trueque), no ha destruído la relación con el tiempo y la naturaleza. En todo caso Bolivia ha entendido mejor algo que el Peru no ha entendido, y que ha dejado en estado parasitario. en invernadero.
Siempre pienso en el libro X de San Agustín, dónde se pregunta ¿qué es el tiempo?
Siempre volveremos a esas preguntas fundamentales, aunque las respuestas no sean las mismas. ?qué es el tiempo para estos peruanos como yo? Pues es espacio, es naturaleza, es lentitud, es habla, compañía, tan simple, que claro, para alguien que quiere una vida contemplativa, hace fantasear...

Es extraño, ahora caigo que, una separación afectiva, me ha llevado a recorrer primero México, luego regresar a Lima interiormente para luego ir a Veneuzela, finalmente ese recorrido ha sido interior, por todas esos caminos cargados de sentido, de significados... es muy extraño, o es que simplemente somos ese manuscrito donde todo se inscribe.
insisto, el nexo, tal como lo han creado algunos escritores en Francia, pienso en Rimbaud y su relación con la Comuna, en Víctor Hugo y la República, o en Chateaubriand (pienso: por qué su libro se llama Memorias de ultratumba, por qué se entierra en vida?),  Madame de Stael y Flora Tristán, Marcel Proust y el Affaire Dreyfus, no han dejado de crear esos nexos, esos lugares de paso (vasos comunicantes) en la memoria, nosotros, con Mariátegui, Vallejo, y Arguedas, hemos tratado de pasar por ahí, es decir, reconocer ese mundo andino, intenso como nuestro, traducirlo. Todo es traducción. Pero ese mundo, como todavía hay otros (los ashaninkas en nuestra selva, los yanomamis, en el Orinoco) existen. Tienen rostro. Yo quisiera cambiar la mirada, que no sean Levi-Strauss o los neo-darwinistas, ser yo la que se recorre en ellos. Lanzarme a atravesar de nuevo esos ríos, qué ganas!

La literatura de ahora, y la novela, representa mejor ese mundo que pasó de forma acelerada al capitalismo acumulativo, especulativo y voraz que existe ahora en casi todas las ciudades del Perú. Es el mundo "chicha", mezcla de lo andino y de lo criollo (del muerdo semifeudal , el gamonal, el cacique,  y el mundo del capital ilimitado que alimenta la imaginación del nuevo empresario) que una elite diseca en bares de moda, a lo andino, o comida, a lo andino, pero sin poner en ningún momento en duda las categorías de superior, inferior, blanco-mestizo, todo me parece tan estereotipado... Es decir, todo lo que tiene color local es visto por los propios peruanoAs como exótico, como extranjero. La mirada exótica no es la mirada de la proximidad ni del encuentro, es la mirada alejada o la ausencia de mirada. Es así como somos vistas también las Mujeres, y de ahí que podríamos entender mejor lo que sucede. Y no, no garantiza nada hay que estar en condiciones de ver... la atención es importante.
Aquí, en Francia. no me sorprendo cuando escucho hablar de crisis de paradigma, ojo, no es solo crisis de sistema (del capitalista como depredación y destrucción del planeta), la depresión de Europa es crisis de modelo de civilización. Se oye hablar todavía de Modernidad y la nueva izquierda,  que parece de derechas, no pone en duda la idea de Modernidad domo progreso  ilimitado que no abandona la visión judeocristiana neo hegeliana de realización en la historia, una forma de absoluto de hecho. La pregunta que mucha gente se hace, es cómo sostener ese modelo y de dónde sacar materia para satisfacer un modo de vida sin contornos, es el deseo en sus estado más absoluto, sin límites, el marqués de Sade y su exceso, su casi nihilismo. Me digo, si destruimos todo, no seremos nada, pero queremos esa nada, es decir, fundirnos, desaparecer en ella.... buena pregunta...

claro, que es obvio que toda mi cultura está occidentalizada, lo que me gusta es que la experiencia me haya puesto en duda y que me ayude a pensar en contra de lo adquirido. Este paso es importante. es como un nuevo viaje. Viaje interior. Hay algo que se está trazando pero todavía no sé lo que es. Lo que más me acosa es la pregunta de si sería capaz de escribir sobre mi propio país, sin una mirra alejada, de si, como cientos de peruanos y peruanas formadas en el extranjero, no he pasado a engrosar las filas de las elites alienadas hasta las orejas con la misma doxa de hace siglos, si vamos a tener que esperar que alguien recorra la experiencia por nosotroas Y no es arrogancia, es deseo de existir, deseo vital.  Hay algo que tiene que ver con la muerte y es esa dejadez, esa abandono de la propia existencia en manos de los demás, que aparecía, ayer, en este reportaje banal del canal France 2, tan ausente en esta comunidad andina (de la que no se dio el nombre) porque no se sabía cómo nombrarla, existía y había que dejarla existir, abandonarla, pero no integrarla a la coherencia del pensamiento Occidenteal porque no la tiene, es su ruptura, su espacio en blanco.

¿habrá que escribir o quedarse callada? Esa es la pregunta. Lo que sí sé es que no quiero ser parasitaria,  una aculturada, que mi estar desmontando y remontando un pasado cercano desde un ahora alejado, me ha llevado a reconocer esas marcas del pasado, que están en forma de cicatrices, en el idioma, en el sentido mismo de mi castellano y que ahora pueden trasladarse al francés, y que no sé, poseen una sintaxis que probablemente venga del quechua, de las experiencias de infancia en ese mundo tan reprimido por  la Modernidad llegada desde fuera como moneda de intercambio, el mundo que mi abuela paterna despreciaba por ser indígena, que yo también aprendí a ignorar o a despreciar, y que luego, con los años, surge, me habla, me interroga como mujer en la historia, como peruana y ausencia de historia. Es lo más importante.