martes, 29 de abril de 2014

El éxito y las mujeres

La verdad que esta palabra me suena hueca. Es una palabra que tiene un uso social, determinado por el afuera, no por la manera de sentir que tiene cada una. El éxito se mide de acuerdo a los valores culturales y cambian con el movimiento natural de la vida. Y sin embargo, todo el mundo mide su vida a la luz del éxito y el fracaso, dos opuestos, dos reflexiones binarias, como bien y mal, vida y muerte, pero no como nociones complementarias. Solo existen éxitos relativos, y muchas veces, como decía Borges, son solo malos entendidos. ¿O es que creemos que el éxito es un valor supremo y verdadero? Para empezar las mujeres viven condenadas al supuesto fracaso, y en realidad esta palabra encierra muchos sentidos. Uno de ellos es el silenciamiento, la oscuridad y el anonimato. Muchas mujeres son vistas como "no exitosas" por no contar con la aprobación general. Es decir, aquella que se aparta del rebaño es la aguafiestas, la apestada, la fracasada y la mal mal... Jane Eyre es un ejemplo perfecto, esta joven de carácter que por ser creativa y no resignarse a ser un parásito cae mal a todo el mundo, recibe castigos y es apartada del grupo. Cada vez que una mujer intenta apartarse y ser libre, la inquisición aparece, que sea con los textos de literatura, o en cualquier trabajo profesional, el nivel de aceptación, así sea una genio, es bajo.

Yo quiero referirme al lenguaje, al cómo las mujeres empleamos el lenguaje. Como el lenguaje maneja un capital simbólico, se nos incita a ser pasivas, a no cuestionarlo y a repetir y a perpetuar ese "capital". Las mismas mujeres son parte de la inquisición y son sus perros guardianes, reproductoras de su misma dominación, sin cuestionarla. Las mujeres emplean la mayor parte del tiempo  personajes masculinos, algunas veces para lograr ponerse en el lugar de ese otro que domina, y otras, para ponerse del lado del poder. Lo entiendo, pero cuando renuncian a hablar por ellas mismas, cuando necesitan justificarse para poder hablar, empiezan los problemas. Muy pocas nos atrevemos a tocar temas polémicos, muy pocas jugamos con el idioma, defendemos nuestras propias visiones, nos atrevemos a explorarlas y a recorrernos en la lengua. Es delicado, el idioma es el resultado de una forma de representarse el mundo desde quien domina, de ahí que se entre en choque con las visiones, o cosmovisiones dominantes, y ay de quien las cuestione!! La pasividad es la norma, y el sentimiento de derrota, de fracaso, lo común (la soledad del idioma, no tener interlocutore.as lleva esta sensación). No hay nada que me exaspere más que alguien que señale el camino marcado, es decir, que te diga "cómo debes conducirte", que te instale en la mediocridad de lo admitido, que opere la "castración mental". Es muy fácil hacer tambalear a una mujer, me pregunto si somos capaces de defender nuestra SINTAXis, que no es una esencia femenina, sino una forma de estar en el mundo, una historia personal. La diferencia es obvia.  Se trata de hacernos olvidar la perspectiva histórica y colectiva, de encerrarnos en esa horrible inminencia del "sexo mujer", el niño castrado.

Siempre, por ser mujeres, acumulamos una serie de vejaciones, que se nos señale por tratar temas escabrosos, el cuerpo o el sexo, o ser víctimas de la mezquindad de muchos y muchas lectoras que señalan con el dedo una relación libre con el idioma, en suma, nos quieren poner siempre corsé. Au diable!! Ni corsé ni nada, libre y por voluntad propia. La escritura es el lugar donde podemos reconstruirnos, cueste lo que cueste y con las caídas que son parte de este ejercicio. El éxito es un oximorón, no tiene nada que ver con la vida, eso, las mujeres lo tienen que tener muy claro.

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