viernes, 7 de marzo de 2014

Las flores de Mrs Dalloway, el día de la mujer, ¿para qué?

Por si no lo hemos comprendido todavía, las políticas neoliberales son nocivas para las mujeres. No es complicado comprender que, al someternos a las reglas arbitrarias del mercado, nos convertimos aun más una mercancía. Lévi-Strauss hablaba en sus libros de que las sociedades pasaban del estado de "naturaleza al de cultura" a través de alianzas que se dieron en tiempos remotos, a fin de consolidar grupos humanos, de protegerse y lograr expandirse. Ahí las mujeres empezaron a ser objetos de intercambio, un hermano ofrecía su hermana a otro hombre de una comunidad diferente para aliarse con ellos y crear circuitos de solidaridad. Marcel Mauss habla del tema de la lógica del "don" en unos de sus libros más interesantes. No sé qué recordamos en "el día de la mujer", ¿que somos marginales, que somos, junto con los jóvenes, las más desempleadas, las menos educadas, las más esclavas? Oh, gloria a la mujer que sabe "dedicarse a su casa". Con las nuevas políticas de la austeridad en Europa, las mujeres consolidan su precariedad, su desempleo, o empleo a tiempo parcial, al que se añaden los trabajos domésticos para los que ha sido educada (religión, cultura, etc). Los niveles de desempleo son los más altos junto con el de los jóvenes, y eso, en los países del norte, ¿qué sucede con el resto? No podemos saberlo porque el empleo informal, ese "otro sendero" lleno de oportunismo que convierte a las personas en "sobrevivientes", no arroja cifras verdaderas. Habría que ver cuál es la situación. "El día de la mujer", entonces es un absurdo, un insulto a la dignidad de las mujeres que siguen siendo consideradas como minoría cuando son una gran mayoría. Los gobiernos siguen estando dirigidos por hombres, las decisiones planetarias las toman ellos, nosotros seguimos, copiamos...  O inventamos o nos petrificamos. O es que ya estamos paralizadas en esta carrera loca por lograr vivir de la manera que sea, sin importar el sacrificio.
Las mujeres estamos cada vez más desunidas, más desorientadas, con tal que podamos seguir teniendo un mínimo de existencia civil, a través de un trabajo precario, mal pagado, de una casa, como sea arreglada para que otroas puedan al menos mirarnos. Son las flores que Mrs Dalloway quiere comprar aunque su vida afectiva se venga abajo.

De lo irreal intacto, en la realidad devastada, escribía René Char.


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