lunes, 26 de mayo de 2014

El miedo, el arma de Marine Le pen

Conozco bien Francia y vivo en contacto con ese idioma desde hace más de media vida. Primero, creo que hay que dudar un poco antes de decir que el Frente nacional, partido de extraña derecha, "sea el primer partido de Francia ". El nivel de abstencionismo ha sido de 56%, lo que reduce, cifras divididas, al 10% del electorado francés. Hay muchos temas que analizar en esta supuesta victoria del FN que ha ganado en casi todos los departamentos (salvo en dos) con  27% de los votos para elegir representantes en la Unión europea. Francia es un caso particular, es una democracia antigua, un país rico, con una clase media que ha conocido los años que se llaman "Las treinta gloriosas" en los cuales el poder adquisitivo y la calidad de vida de la mayoría de la población aumentó de forma considerable. Es decir, ha habido un "aburguesamiento" de la mayoría, pero ese enriquecimiento ha producido a mi modo de ver una "fuerza ociosa". ¿Qué quiero decir con esto?, que ha estandarizado sus paradigmas de bienestar , que ha desplazado el pacto colectivo por el pacto individual, que ha satanizado a los sindicatos, a loa movimientos sociales, feministas, etc. Es decir, todo lo que mantiene viva a una sociedad. Es el giro del socialismo francés a la social democracia que pacta con el neoliberalismo. Ante la crisis que amenaza a todo el planeta y que se siente más en Europa, en países como Francia es una  amenaza clara de desclasamiento y de pauperización encarnada por los grupos migratorios de gitanos y extranjeros en general provenientes del Africa del norte. La respuesta entonces no es idealista, es horriblemente pragmática y fría. No solo es miedo a esta amenaza que se lee en cada rostro del emigradoA que pasea por sus calles pidiendo dinero, o que vive de alocaciones sociales en el mejor de los casos, es también la invasión cultural: la del Islam. Francia está en un proceso de Restauración, se quiere blanca, católica y heterosexual, la idea de decadencia es la idea de que todo cambio que remueva formalmente las estructuras, es una amenaza. Esta es la "Europa del miedo", del voto del miedo y de la dominación de la técnica sobre el espíritu, del estancamiento de la imaginación y la ausencia de creatividad. "Nadie se atreve a pensar el mundo de otro manera" porque siente que si lo hace recibirá un castigo (es casi una superstición!). Aunque estos cambios de valores y paradigmas sean una urgencias se sigue pensando a través de clichés una parte de los medios de comunicación contribuyen a formar, el modelo pequeño-burgués de la vida material  que se yergue por encima de todo lo que significa "vida interior", cine, literatura, teatro,  etc...  Y es que ahí también, las cosas han cambiado. Nuestra "era global" hace que todos estos valores morales y estéticos que parecían fijos se muevan en varias direcciones haciendo el terreno menos firme y el futuro más desafiante.
Hay otro aspecto que no hay que olvidar, este aburguesamiento trajo consigo una apropiación de los "bienes culturales" como imagen de prestigio y como bienes de consumo. Por más que se diga que Francia protege la cultura, yo creo que la ha abandonado en manos del capital y la especulación, sobre todo la convertido en imagen de casta y de dominación social. Si con las reformas educativas se pensó que la inclusión social era un hecho, las clases altas se han apoderado de estos bienes culturales haciéndolos inaccesibles a las grandes mayorías. Es una ironía el hecho que la literatura se haya convertido finalmente en una distinción social, en un privilegio de una elite que alardea con ella como si se tratase de otro objeto más de consumo, la cantidad de personas que compra un Premio Goncourt sin jamás leer una página del libro es un clásico. Se adquiere el concepto, la imagen, pero el deseo está disociado. En Francia se lee menos, y  domina un pensamiento pragmático y técnico. No solo se lee menos, cosa que podría ser solo una consecuencia de la vida actual, se habla menos, y se comparte menos. La atomización es cada vez más radical, un ejemplo, en París, la ciudad más poblada, el 40% de sus habitantes viven soloAs. El gran complejo francés de que la tecnicidad es el futuro, la izquiera socialista no ha sabido plantearlo sino es  para emparejarse con la actualidad  más llana, la ha endiosado haciendo de este falso discurso científico una categoría de la existencia de todo francés promedio. El credo es la posesón individual donde el compartir ha quedado rezagado porque cada persona es tratada por que posee no por lo que es.
Otro vicio del capitalismo depredador que nadie se atreve a poner en duda es que  a las clases obreras y campesinas, clases populares como se les llama de forma delicada, se les han dado el peor rol. Desfigurados por la crisis, solo ven un futuro chato lleno de humillaciones. No hay cambio de paradigmas, cuestionamientos de valores de civilización pese a que es un país que produce una gran cantidad de artistas, filósofos, ecritor@s... Un sector de Francia actúa con arrogancia, es el caso de Marine Le pen que es "populista" (hay que distinguirla de los llamados "populismos en América Latina) porque no se enfrenta a las causas reales del problema, un modelo que debe transformarse, sino a los  chivos expiatorios, inventando , falsos usurpadores,  los más débiles,  los que están más a la mano: los extranjer@s.
El nacionalismo en este caso, no es un reconocimietno de una historia y un pasado, es despreciar al otroA y pensar que el mundo sigue siendo el mismo de antes de las grandes revoluciones en el pensamiento, que existen altas culturas y culturas bajas, se piensa contra la persona humana como un todo, una entidad completa, contra las mujeres, contra todo intento de saber vivir juntoAs  y tratar de inventar nuevos pactos sociales. Es la lógica del pragmático contra la del que sueña, la del lenguaje técnico, porque creo que todo está en el lenguaje, contra el poético, la de los medios de comunicación alienantes y alienados con el poder, contra el libre pensamiento. Es la lógica del miedo y de la dominación simbólica.
Algunos  medios de comunicación han facilitado el terreno para Marine Le Pen, desesperados por el rating y las ventas han logrado hacer pasar el mensaje de miedo que transmite  a través de un lenguaje ramplón, simplista, reductor. La suya es una Francia de latón, sin vuelo, provinciana y miedosa que ella activa en estos momentos, una Francia que no va por ejemplo  a "leer porque eso es de burgueses" y de la "gauche caviar"; que no va al teatro y que no mira al resto del mundo si no es con desdén lamentando la época de apogeo. Es el pesamiento neo-colonial que anima a tanta gente en el mundo. Los que son actores de esa dominación y los que aspiran a serlo apoyándose en  poblaciones más vulnerables.  

La militancia del FN, jóvenes menos de treinta años que votan por él, han perdido la confianza en sí mismoAs y en el futuro, viven como ancianos, de vuelta de todo, y no creen que puedan cambiar nada. Son solo pragmáticos, consumistas, individualistas, adictos a los medios, y tecnicistas. Marine le Pen saca con su canción narcoléptica lo peor de ellos y ellas. Si en España, que ha vivido con más fuerza la crisis (o Grecia que ha vivido la mano dura de la austeridad), la nuevas izquierdas logran tener un apoyo que no se esperaba tal vez sea porque  el vínculo social  no se ha roto del todo, y antes que nada, la sociedad sigue configurada por personas en carne y hueso, no por abstracciones y cifras. Ojalá sea así, solo conozco al partido de Podemos en España, que me parece vital y con ganas de cambiar las cosas. Los jóvenes de Podemos no tienen miedo a pensar el mundo de otra manera. La Francia administrativa, obsesionada con el éxito económico y en lucha por su identidad, confundida por el brillo fatuo, ha dado estos resultados.

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