martes, 15 de julio de 2014

Resulta casi imposible imaginarse el futuro en estas circunstancias, viaje, cambio de país, de idioma, de geografía. Pienso en cómo se trastoca la noción de espacio, de las grandes dimensiones a una compresión del paisaje que además está muy habitado, y sin embargo solitario. La vida organizada de Europa siempre me intimida. Pero pensaba además qué difícil va a ser para nosotras que el mundo sea una tierra más hospitalaria. Habrá que empezar por cambiar este modelo de vida material que nos han endilgado haciéndonos creer que íbamos a alcanzar la autonomía y la libertad. Una revolución epistémica es urgente. Tenemos que salir de esa trampa del sueño de la razón ortodoxa y buscar nuestras propias fuentes. Creo que mi mayor temor ese ese, que yo estoy en pleno proceso de reflexión, que, aunque los instrumentos me hayan sido dado por una cultura, la mía y la francesa en la universidad, tengo ganas de generar otras formas, otros contenidos. Creo que escribir como lo hago es el terreno más libre, pero también es mi límite. No quiero "producir" nada, quiero que suceda. Es demasiado complicado? ¿Como podemos vernos ahora las mujeres, con que instrumentos nos va,os a recorrer y analizar? Tengo miedo de entrar en la lógica administrativa, de finanzas, que domina el mundo occidental. Quiero sentirme libre, y Venezuzela me ha dado ese espacio que no pienso perder. El afuera en Francia es muy fuerte.
-No mirar tiendas, no juzgarse con la mirada de los demás, no dejarse "folclorisar" ni disecar por miradas, mantenerse pegada a su eje, son algunas de las prioridades. Eso exige una atención constante y la verdad, siempre quiero sentirme libre, porque la libertad es creación y la creación es la vida. La única que deseo.

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